Guy Ritchie siempre ha sido un tipo peculiar. Considerado un director de autor tras su contundente arranque en el mundo del cine con Lock & Stock y Snatch: Cerdos y diamantes, pero dio un paso atrás en su carrera con ese regalo envenenado hacia su por entonces esposa, Madonna, con el título de Barridos por la marea. Pero supo redimirse con una vuelta a sus raíces mediante Revolver y RocknRolla, lo que le abrió las puertas del Hollywood más comercial para ofrecernos su versión de Sherlock Holmes en dos interesantes pero poco rompedoras entregas. El niño malo británico estaba siendo domado, lo que no impedía que siguiera haciendo buenas películas, como la divertida y menospreciada Operación U.N.C.L.E., pero tras eso un nuevo descenso, primero con la flojita Rey Arturo: la leyenda de Excalibur y a continuación con la insulsa Aladdin, donde no había rastro alguno de su personalidad como cineasta.
Y
de nuevo, la remontada. The Gentlemen
aunaba su fuerza visual con el Hollywood más comercial, dando pie a una notable
obra que nos permite volver a creer en él, siendo Despierta la furia la confirmación de que ha encontrado la senda
del buen camino, aunque veo nuevos nubarrones en el horizonte al saber que está
trabajando en una secuela de Aladdin.
Supongo que le gustará comer bien, como a todo el mundo, pero no deja de ser dolorosamente
triste verle hacer según qué trabajos.
El
caso es que Despierta la furia no llega
a ser un Guy Ritchie al 100%, pues no es un guion original, sino un remake del
film francés Le Convoyeur, y en
ciertos momentos parece un tanto suavizado, apartando la mirada de los momentos
más descarnados y violentos que antaño no le importaba mostrarnos en todo su
esplendor. Pero eso no quita que se pueda reconocer su mano en la película, recuperando
algunos de sus mejores tics y moviendo la cámara con una diligencia y soltura
que enriquecen mucho el resultado final.
Hay
quien prefiere definir Despierta la furia
más que como un film de Guy Ritchie, como una película de Jason Statham, y
tampoco irían muy errados los tiros. Pese a contar un un reparto relativamente
coral y con muchas caras conocidas, es Statham, que llevaba dieciséis años sin
colaborar con el realizador, quien lleva todo el peso del film. Convertido en
estrella sobre todo tras su paso por la franquicia Fast&Furious, el actor se siente cómodo en su rol de tipo duro
y vengativo, pero hay algo en esta película que lo diferencia de sus otros
títulos de acción, algunos innegablemente rutinarios, como Redención, El Protector, Parker, etc. Y esa diferencia es, simple
y llanamente, Guy Ritchie.
La
película, una combinación de film de atracos y venganzas, navega sobre unos
giros sorprendentes que, ayudado por un montaje no lineal, mantiene al espectador
enganchado a la trama, expectante ante lo que está ocurriendo. Bien es cierto
que no es el guion más redondo del mundo y que se apoya en muchos lugares ya
conocidos del género, pero todas esas miradas las hace con una calidad y un
buen hacer que es fácil perdonárselo. Por eso, una acción contundente, unos
diálogos de nivel y el poderío del tándem Richie/Statham hacen de la película
un producto de gran calidad, duro y desagradable por momentos, que me temo que
no pasará a la historia por ser otra más de las películas estrenadas y
olvidadas en la época post-covid.
Yo,
por mi parte, la he disfrutado mucho. Y espero, aunque no confío, que sea un
paso más para recuperar al mejor Ritchie. Habrá que esperar…
Valoración:
Ocho sobre diez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario