jueves, 5 de marzo de 2020

Cine: THE GENTLEMEN, LOS SEÑORES DE LA MAFIA


En sus comienzos, Guy Ritchie era un cineasta de estilo barriobajero, conocedor de las buenas historias de los bajos fondos británicos, que cautivó a propios y extraños con películas como Lock&Stock, Snatch o RocknRolla. Sin embargo, tras su desembarco en Hollywood (y no hay nada más americano que una boda con Madonna), su estilo parecía hacer aguas. Aún quedaba algo reconocible en sus aproximaciones al personaje de Sherlock Holmes, aunque estas señas quedaban más confusas en Rey Arturo y desaparecían definitivamente en ese producto de consumo, artificial y sin alma, que era Aladdin.
El enfant terrible, el nuevo niño malo llegado de las islas parecía haberse domado, y no quedaba nada de ese estilo canallesco, violento y algo excesivo que parecía hermanarlo en algo con el Tarantino de sus primeras películas. Por eso la llegada de un film como The Gentlemen, los señores de la mafia, es una alegría doble. Por un lado, porque estamos ante una película estupenda, muy divertida y trepidante. Por otro, porque con ella recuperamos el brío de este realizador de Hatfield en un glorioso regreso a sus raíces.
No solo eso. The Gentlemen es un elegante ejercicio de estilo que demuestra su madurez (algo habrá aprendido haciendo cine comercial) que permite que esta última película sea más accesible y brillante que sus primeros títulos, resultando ser una película coral que funciona en todos sus sentidos, con un reparto sobresaliente y un montaje magistral.
La historia es lo de menos. Y no porque no sea importante, sino porque conviene acercarse a este film sabiendo lo menos posible de su trama para poderla disfrutar mejor. Baste decir que estamos ante un enfrentamiento entre poderosos mafiosos no ya por ver quien se queda con el trozo más grande del pastel, como suele ser habitual en estos casos, sino por hacer que su propio ego sea mayor que el de su rival. En medio de este Juego de Tronos de la droga británica se encuentra el personaje de Hugh Grant (sencillamente magistral), una especie de narrador poco fiable que en manos de otro director podría caer en el ridículo y que en cambio ofrece aquí un sobrio ejercicio de autoparodia brutal.
Con un humor muy negro, la violencia adecuada, giros argumentales imposibles y un montaje endiablado con falsas realidades y saltos en el tiempo, The Gentlemen es un espectacular divertimento, capaz de acercarse en varias ocasiones al abismo de los excesos, pero sin precipitarse en ningún momento al vacío, recuperando al mejor Ritchie y haciéndonos disfrutar de un buen puñado de actores que saben pasárselo en grande sin renunciar por ello al compromiso de realizar grandes interpretaciones.

Valoración: Ocho sobre diez.

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