domingo, 8 de marzo de 2020

Cine: EL RITMO DE LA VENGANZA

Reed Morano es una directora de fotografía que se ha asado a la realización cinematográfica tras demostrar su buen hacer para dar su punto de vista femenino como demostró en alguno de los episodios más celebrados de El cuento de la criada.
Lo primero que llama la atención de El ritmo de la venganza es ese aspecto de realismo que su directora pretende inducir en el film, con una fotografía áspera, incluso con un punto de feísmo, lejos de las piruetas visuales y arteriales de otras películas de vengadoras femeninas como son la Anna de Luc Besson o la Atómica de David Leitch, por mencionar algún ejemplo más o menos reciente. Sin embargo, no basta con abusar de los primeros planos o esforzarse en que Blake Lively esté menos atractiva de lo habitual para conseguir que la historia sea creíble.
Dos son los problemas fatales de la película, que no llegan a hundirla, pero sí la condenan a una mediocridad abrumadora. Por un lado, su guion es tremendamente simplista, proponiendo a una protagonista a la que no te puedes creer en ningún momento y con situaciones que carecen de verosimilitud. Por otro lado, contradiciendo a su propio título, la película carece del más mínimo sentido del ritmo. La acción arranca, como muchas películas de este género (la maravillosa The Gentlemen, sin ir más lejos), con la protagonista en una situación inquietante para retroceder en el tiempo y contarnos la historia que la conduce hasta ese momento concreto, pero la directora riega ese retroceso en más flashbacks internos lo que rompe cualquier posibilidad de dinamismo. Es como si quisieran hacer una película de acción renegando de la acción.
Hay unas cuantas secuencias visualmente interesantes vistas de manera aisladas, pero que no ayudan a mejorar el conjunto de la película. Me viene a la mente, por ejemplo, una persecución en coche filmada en un plano secuencia desde el asiento del copiloto de la protagonista. Muy estimulante visualmente pero que renuncia a cualquier atisbo de espectacularidad posible.
En el fondo, Morano pretende tomarse demasiado en serio a sus personajes, apostando más por el drama que por el thriller de acción, cuando el planteamiento de la historia (la protagonista pasa de prostituta yonqui a espía en un abrir y cerrar de ojos) requería de algo de humor para aportar, al menos, algo de diversión.
Entiendo la mirada de Morano y lo que pretendía hacer, algo al estilo Destroyer, una mujer herida, pero con semejante guion es tarea imposible.
En fin, película más pretenciosa que efectiva, con momentos de brillantez aislados que no consiguen animar la función y que cae en la rutina por culpa de los juchos clichés a los que recurre.

Valoración: Cinco sobre diez.

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