En una cartelera necesitada de blockbusters, Jungle Cruise tenía la obligación de arrasar. Pero en medio de la polémica que envuelve a Disney por su decisión de estrenar simultáneamente en cines y Disney+ (lo que ha originado la denuncia de Scarlett Johansson por Viuda Negra a la que se le podría seguir Emma Stone por Cruella y Emily Blunt por la propia Jungle Cruise), la cosa parece que tampoco ha funcionado tan bien como se esperaba.
Jungle Cruise peca de ser una película prefabricada, y la verdad es
que en ese sentido se le ve el cartón. Aunque la premisa podría recordar
ligeramente a la mítica La reina de África, pero a la hora de la verdad estamos
ante una versión femenina de Indiana Jones (a la cual hasta le plagia algún
chiste de manera directa), sobretodo en las secuencias iniciales en el Royan
Society (hay aventuras en la selva, elementos místicos sobrenaturales y
alemanes malvados) mezclada con el espíritu socarrón de La Momia y su secuela (incluyendo el hermano de la protagonista
como elemento puramente cómico), aunque también hay toques de Piratas del Caribe, sobretodo en su
tramo final, cuando los FX toman el
control de la situación.
Con
un guion bastante plano, las grandes bazas de la película están en el trabajo
del director y la química entre los protagonistas. Sin desmerecer las buenas
labores de Edgar Ramirez, Jack Whitehall, Jesse Plemons o Paul Giamatti (lo de
Quim Gutierrez y Dani Rovira es otra cosa), lo cierto es que Dwayne Johnson y
Emily Blunt se echan la película a la espalda y sostienen, con su humor y carisma,
una construcción de personajes algo aleatoria. Jaume Collet-Serra, por su
parte, cumple a la perfección a la hora de mantener el ritmo trepidante en todo
momento, sin permitir que la película sufra bajones incómodos ni dejarse
desbordar por los momentos de humor. Cierto es que es una película de encargo
algo que le impide dejar una imprenta personal propia de sus colaboraciones con
Liam Neeson o su impecable Infierno Azul,
pero cumple con excelente nota y nos deja con muchas ganas de verlo, de nuevo
junto a Johnson, en Black Adam. Sin
duda, el barcelonés es ya el realizador español que más ha triunfado en
Hollywood, con permiso del bueno de Bayona.
En
resumen, que estamos ante una película emocionante, trepidante y divertida, a
la que no hay que pedirle nada más que lo que es: un intento de crear una nueva
franquicia, publicitar los parques Disney (recordemos que la película se
inspira en una atracción de Disneyland)
y recaudar una buena taquilla tras los consecutivos fracasos de Disney desde la época de El Llanero Solitario.
Valoración:
Seis sobre diez.
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