Es habitual escuchar críticas al catálogo de películas de Netflix, pero también es innegable que cada poco tiempo se sacan de la manga algún título que, por un motivo u otro, termina siendo todo un pelotazo.
Cielo rojo sangre es el último ejemplo, un film alemán que posiblemente
en cine no habría arrasado (más allá de en festivales tipo Sitges, donde habría
sido el deleite de los más fanáticos), pero que lleva copando el top de lo más
visto en la plataforma desde su estreno. Es, además, un magnífico escaparate,
pues para el realizador Peter Thorwarth, de extensa trayectoria, es una
oportunidad única para que su trabajo sea visible más allá de su Alemania
natal.
Cielo rojo sangre parte con un intrigante aterrizaje de un avión en
Escocia. Rápidamente, el ejército se inmoviliza ante una más que posible
amenaza terrorista, pero cuando las puertas del avión se abren solo un niño
sale de él. Es entonces cuando, a través de los recuerdos del chaval,
rememoramos todo lo sucedido, una odisea que arranca con él facturando las
maletas para viajar desde Alemania hasta estados Unidos junto a su madre,
afectada de una extraña enfermedad, en busca de un innovador tratamiento.
Poco
más conviene desvelar de la trama, dejando que sea el propio espectador el que
descubra (o averigüe, según lo avispado que cada uno sea), de qué va realmente
todo esto. Lástima que es difícil mantener el factor sorpresa ante la multitud
de críticos que no han dudado en desvelar el giro sorpresa incluso en los
titulares en sus crónicas. En fin…
El
caso es que estamos ante una película ligeramente claustrofóbica, pudiéndonos recordar
casos como los de Serpientes en el avión
o Sin escalas. Prácticamente la gran
mayoría de la acción se concentra en el interior del avión, demostrando Thorwarth
su pericia a la hora de marcar el ritmo del film, sabiendo ocultar con
habilidad las diferentes sorpresas de la trama. Una vez descubierto el pastel,
la cosa podría caer en el ridículo, pero se las apaña para mantener un tono
serio, incluso dramático, consiguiendo una mezcla entre terror, acción y drama
muy convincente.
Cielo rojo sangre va más allá del género al que podría quedar anclada,
sabiendo transformarse a medida que avanza el metraje y funcionando siempre
como un tiro. Con un puñado de personajes que, aun rozando el estereotipo,
ayudan fácilmente a la identificación, la película cuenta con una impecable
labor de maquillaje y efectos visuales que terminan de redondear la función.
Es, con todo, una película sencilla, de pretensiones cortas, lo que hace que se
le perdonen mejor los defectos que pueda tener (que alguno hay), generando una
gran simpatía.
En
resumidas cuentas, un reparto prácticamente desconocido (Graham McTavish y
dominic Purcell son los rostros más reconocible) para protagonizar una estimulante,
emotiva y muy fresca película de acción con dosis de terror y una sorprendente
coherencia interna.
Valoración:
Siete sobre diez.
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