Cuando
se menciona el tópico de “un español que triunfa en Hollywood” lo primero que a
todos se nos viene a la mente es el nombre de un actor, ya sea Antonio
Banderas, Penélope Cruz o Javier Bardem, aunque en realidad Hollywood está
plagado de excelentes técnicos de sonido, iluminación, compositores musicales y
especialistas en efectos visuales que están muy valorados y pasan totalmente
desapercibidos en su país natal.
Ahora
bien, si nos centramos en el tema de los directores, es difícil recordar uno
que se esté ganando las habichuelas al otro lado del charco. Cierto, tenemos
gente reconocida, como Almodóvar, Trueba o Amenábar, que han conseguido
estrenar allí sus películas o incluso filmar producciones españolas en inglés
con reconocidos actores yanquis. Sin embargo, lo que es triunfar, triunfar…
poca cosa hay.
Jaume
Collet-Serra, catalán más enamorado de su Barça que del propio mundo del cine,
es uno de ellos. Se dio a conocer con una obra menor, La casa de cera (cuyo mayor mérito es tener como protagonista a
Paris Hilton y cargársela apenas a los veinte minutos), pero que como la
mayoría de producciones de terror americanas derivó en un rentable éxito para
la productora encabezada por un Joel Silver que lo acogió bajo su tutela y lo
ha continuado produciendo hasta la fecha. Desde entonces, sus películas han
sido escalando en reconocimiento y calidad, desde el ya título de culto La huérfana,
la hitchcockniana Sin identidad y,
ahora, este Non-Stop que lo ha
llevado a estar dos semanas seguidas en el número uno de la taquilla americana
(curioso, tanto que se les llena la boca a algunos de criticar al público
español por adorar el cine anglosajón y despreciar el patrio y cuando llega un
éxito como este con un director de casa la película más taquillera resulta ser Ocho apellidos vascos).
Non-Stop,
en la que Collet-Serra repite con Liam Neeson (nuevo y sorprendente héroe de
acción) tras Sin identidad, no tiene
nada de original. El esquema de un acto terrorista afincado en un espacio
reducido recuerda a títulos como Jungla
de Cristal, Alerta Máxima o Speed, y la sensación claustrofóbica de
algunas escenas pueden evocarnos a la magnífica Buried o la fallida Grand
Piano. Además, tenemos a un héroe traumatizado por su pasado, con problemas
de disciplina y alcohol, que bien podría haber sido encarnado en otros tiempos
por Mel Gibson o Bruce Willis, pudiendo reconocerse en el personaje de Bill
Marks todos los tics de aquellos. Sin embargo, el acierto de Collet-Serra está
en saber recoger todos esos elementos y mezclarlos en su coctelera particular
para parir un producto que no por previsible sea poco entretenido. Al
contrario, Non-Stop es tan trepidante como su propio nombre sugiere, y el director
nos demuestra su habilidad con la cámara consiguiendo momentos tan impactantes
como una pelea en el interior del baño ce un avión.
Bill
Marks es un agente de seguridad que realiza un previsiblemente apacible vuelo
de Nueva York a Londres cuando, como en la ya mencionada Grand Piano, comienza
a recibir mensajes amenazando con matar inocentes si no hace lo que le piden.
Comienza entonces una carrera contra reloj para descubrir al presunto
terrorista que convierte el avión en una especie de juego de Cluedo en el que cualquier pasajero
tiene posibilidades de ser el malo de la función, incluyendo a las azafatas
(donde tiene un pequeño papel la recién oscarizada Lupita Nyong’o), su
compañera de asiento (Julianne Moore) o incluso él mismo. Mientras se
escenifica una versión claustrofóbica de los esquemas propios de Agatha
Christie, las muertes comienzan a sucederse, como en una versión light de Saw, demostrando que la amenaza es muy
real y que el destino de todos los integrantes del vuelo está en peligro, hasta
un desenlace tan espectacular como previsible con un ligero aroma a Screen. Y es que no siempre es malo
copiar a los demás cuando se hace bien.
Así,
las casi dos horas de metraje pasan volando (chiste fácil) con un Liam Neeson
que lleva unos años reconvertido en un tipo duro a quien todos desearíamos
tener a nuestro lado en caso de amenaza y unas bien repartidas descargas de
adrenalina que convierten esta película en un estupendo entretenimiento.
Como
es natural, en ningún momento se pretende conseguir más que eso, entretener y
hacernos vibrar, por lo que no es conveniente contemplar el film libreta en
mano o arriesgarnos a un segundo visionado de forma inmediata, ya que es
entonces cuando afloran sus carencias en forma de un guion con demasiadas
trampas como para sostenerse por sí mismo y unas situaciones fuera de toda
lógica ni sentido. Pero eso, sin duda, sería buscarle tres pies al gato, y
esperar de Non-Stop más de lo que
ofrece es simplemente absurdo. Es cine de acción con suspense, sencilla y
llanamente, y como tal cumple a la perfección.
Y
no, por si alguien se lo pregunta, no se mezcla mescalina con agua de valencia.
Eso era en otro sitio…
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