Bienintencionada
pero poco más película infantil que copia con descaro todos los tics Indiana Jones en el Templo Maldito
(antológica secuencia inicial incluida) pero con un niño ejerciendo el rol de
Indy.
Dirigida
(es un decir) por Bill Muir en su debut en la dirección y Mark Dacascos (uno de
esos secundarios recurrentes cuando hace falta un tipo con cara de oriental
malote) como única cara conocidilla, El
medallón perdido (cuyo subtítulo invita a pensar en que nace con
pretensiones de franquicia) arranca con un tipo bonachón de visita en el orfanato
donde se crió donde conoce a una nueva hornada de huerfanitos, algunos de ellos
bastante inadaptados, y a los que termina explicando un cuento identificando a tres
de ellos como protagonistas. Así nace la historia de El medallón perdido, una joya de poder infinito que el rey de una
tribu debe esconder ante el ataque del salvaje Cobra y que muchos años en el
futuro descubrirá el tal Billy Stone, hijo de un arqueólogo, que junto a su
amiguita (son demasiado jóvenes para llamarla novieta) Allie, retrocede en el
tiempo para ayudar al heredero Huko (soberbio y prepotente) a recuperar su
reino y de paso enseñarle algo de humildad.
Resulta
gracioso ver a los esforzados niños tratar de actuar y gesticular como adultos,
no siendo ellos lo peor de la película, sino la torpeza con la que está
dirigida y lo absurdo de su guion, incluso teniendo en cuenta de que está
destinada a un público infantil. Situaciones absurdas, paradojas temporales que
no alcanzo a comprender y un secundario cómico (y a la postre dramático, no
cuento más), un tal Faleaka que hace las veces de maestro Yoda (o señor Miyagi,
tanto me da) que es sencillamente de vergüenza ajena.
Su
única virtud, siendo una coproducción entre Estados Unidos y Tailandia, es la
belleza de sus paisajes, única justificación para soportar este bodrio tan
simplón a la par que confuso.
Aburrida
y sin tener por dónde cogerla, lo mejor es olvidarse de ella y entretener a los
niños con cualquier pieza más inteligente que este despropósito, por mucho que
al final pretenda ser una moraleja sobre la amistad y la lealtad.
Hay películas ,como ésta, que no tenía ni idea que existían... Si no fuera por tu blog....
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