De
nuevo nos encontramos ante una comedia francesa que guarda ligeros parecidos
con la reciente 20 años no importan. No solo trata sobre una joven metida en el
mundo de la moda, sino que su protagonista, Reem Kherici, es también la
firmante del guion, como en aquella hiciera Virginie Efira, aunque en esta
ocasión la muchacha se atreva también con la dirección.
París
a toda costa podría haber sido una película de denuncia sobre el trato que
Francia otorga a los inmigrantes que, ya afianzados en el país vecino, son
extraditados una vez caducados sus papeles. Pero en lugar de eso, Kherici opta
por la comedia más simple sobre el contraste cultural con una leve (muy leve)
reflexión sobre la familia que es más una excusa para gags gamberros a cargo
del hermano de la protagonista y para aportar un apunte dramático con la
historia de los padres que otra cosa.
Maya
es una diseñadora de alta costura, fashion y divina de la muerte, que reniega
completamente de sus orígenes marroquís. Arrogante y pretensiosa está
completamente integrada a la capital de la moda y a punto de conseguir dar un
paso de gigante en su carrera profesional cuando se descubre que lleva mucho
tiempo con sus papeles caducadas y es expulsada del país, viéndose obligada a
regresar a un país que desprecia y que no es suficientemente bueno para ella.
Emparejada
a Zoolander por la visión
caricaturesca que da del mundo de las pasarelas, Kherici deja que todo el peso
de la acción recaiga sobre sí misma, construyendo un personaje inicialmente
odioso que irá evolucionando a medida que los sucesos le superen.
Totalmente
predecible y blanda, es un simple pasatiempo para pasar una tarde distraída sin
demasiadas pretensiones con un plantel de secundarios cómicos desconocidos para
nosotros surgidos de la televisión gala y del grupito de amistades de la
Kherici.
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