Dura,
muy dura, es esta historia belga que representó a su país en los últimos Oscars
con su nominación a la mejor película de habla no inglesa.
Elise
y Didier son una pareja de músicos que disfrutan del bluegrass (una variante
del country) cuya vida cambia cuando se detecta un cáncer a su hija de seis
años.
Con
una estructura desordenada por sus continuos saltos en el tiempo, Alabama
Monroe puede parecer al principio un drama musical en la línea de A propósito de Llewyn Davis, pero más
allá de presentar una brillante colección de composiciones musicales, Alabama
Monroe es un cruel retrato sobre los sentimientos y la diferencia de Elise y
Didier a la hora de enfrentarse a la vida.
Los
sacrificios de la paternidad, el sueño americano, la vida después de la muerte,
la ciencia enfrentada a la religión y el fin del amor son diversos temas que
podrían desembocar en un confuso batiburrillo pero que en este film de Felix
van Groeningen casan con armoniosa brillantez consiguiendo que unos personajes
peculiares e inicialmente distantes para nosotros sean perfectos para
identificarnos (y sufrir) con ellos.
Alabama
Monroe consigue plasmar en imágenes el significado del dolor y el sufrimiento,
cargada de acertadas metáforas como los tatuajes de Elise, los pájaros que se
estrellan contra el cristal o el cambio de nombres que simbolizan una nueva
vida como si con ello fuese suficiente para escaparse de la anterior.
La
película belga consigue agarrar el corazón y oprimirlo con fuerza hasta
hacernos estremecer, golpeando donde más duele y dejándonos una sensación
amarga tal finalizar pero con mucho en lo que pensar.
Abracen
a sus seres queridos y díganle lo mucho que les quieren. La vida puede llegar a
ser muy cruel. Y esta película, también.
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