lunes, 10 de marzo de 2014

LAS AVENTURAS DE PEABODY Y SHERMAN (7d10)

Aunque prácticamente desconocidos en España, Mr. Peabody y Sherman son unos personajes de gran éxito en los Estados Unidos que con el paso al mundo del cine pretenden conquistar las taquillas mundiales. Y argumentos no le faltan.
Mr. Peabody es un perro muy especial. Extremadamente inteligente la carencia de un lugar al que llamar hogar y unas personas a las que llamar familia ha dedicado toda su infancia a cultivar su cuerpo y su mente. Así, ya adulto, no solo es un perro capaz de hablar, sino que es ganador del premio nobel, brillante científico, gran deportista  y experto en todas las artes posibles, incluyendo baile, cocina, etc. Es decir, que no estamos ante un nerd inadaptado socialmente como podría ser el caso de un Sheldon Cooper del mundo perruno. Pero todavía le falta conseguir algo: una familia, y cuando se encuentra con un bebé humano abandonado en un callejón una idea salta a su mente: si un niño puede adoptar un perro, ¿por qué un perro no va a poder adoptar a un niño?
Dicho y hecho. Sherman se convertirá en el hijo de Mr. Peabody y este tratará de darle La infancia que él no pudo tener, llena de cariño, comprensión y sabiduría, cultivándolo desde bien joven, llevándolo a otras épocas gracias a su último invento, el Vueltatrás. Pero para lo que no estaba preparado el pobre Peabody es para el primer día de colegio de su retoño, su facilidad para ser influenciado para entrar en el mundo de las travesuras y para su primer amor.
Con un arranque algo lento, el ritmo se acelera con la participación de la niña Penny y su incursión en momentos históricos del pasado. La principal virtud del film es saber tratar a los niños con inteligencia, sin subestimarlos, ofreciendo un producto agradable, divertido y muy alocado sin renunciar al entretenimiento puro y duro que puede agradar también a los sufridos padres.
No es una apuesta adulta como pudiera ser el primer Shrek o muchas de las apuestas de Pixar, pero sí encontramos diversos momentos dedicados a los mayores, como la parodia del stop-motion al estilo 300 de la batalla de Troya, la aparición de Bill Clinton o las burlas hacia la Revolución Francesa.
No voy a volverme loco ni definiré este film como una obra maestra, pero hay que reconocer el mérito de un film que hará las delicias de los pequeños y robará más de una carcajada a los mayores.
Y, de paso, aprender un poquito de historia. No se puede pedir más.



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