Interesante
reflexión sobre la familia y la codicia empresarial que podría recordarnos a
otras películas mil veces vistas si la acción transcurriera en la gran ciudad
(hombre de negocios que desatiende a sus hijos obsesionado con su prosperidad
laboral) pero el hecho de que sea una historia rural ayuda a familiarizarnos
más con los protagonistas y que los sintamos más cercanos.
Puede
asustar en un primer momento que uno de los protagonistas sea un chico Disney
como Zac Efron, pudiendo augurarse una peli
infantiloide con claro destino femenino, pero afortunadamente (y eso que el
chaval no lo hace mal) el peso de la trama la lleva el gran Dennis Quaid, que
pese a estar relegado últimamente a papeles secundarios o producciones pequeñas
como esta sigue siendo un gran actor y lo demuestra en cada oportunidad que se
le ofrece.
Henry
Whipple es un exitoso vendedor de semillas que desea que su hijo pequeño herede
el negocio (el mayor ya huyó años atrás para embarcarse en una vida más
emocionante escalando montañas), pero éste no está muy por la labor,
obsesionado más con triunfar como conductor de coches de carreras. Con este punto
de partida Ramin Bahrani, director de escaso bagaje, intenta hablar sobre la
ambición, la corrupción, el matrimonio y la decepción (decepción por el
desprecio de un hijo, decepción por un engaño sentimental, decepción por tomar
decisiones equivocadas…), quizá demasiados temas para abordarlos correctamente
en esta película que cuenta también con la labor de Heather Graham (la
prostituta mamá de Resacón en Las Vegas),
Kim Dickens (El hombre sin sombra, La casa de arena y niebla) y Maika
Monroe (una de las Bling Ring).
Película
sencilla y agradable de ver, con un ligero tufillo a telefilm, que carece de
suficientes pretensiones para estar a la altura de otras historias recientes
como Tierra Prometida.
Simpática
y entretenida sin más.
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