viernes, 8 de agosto de 2014

EL PROTECTOR (5d10)

De vez en cuando Sylvester Stallone se siente arropado por un golpe de inspiración y entre rodaje y rodaje se sienta ante su ordenador y comienza a teclear algo con intenciones de ser un guion. Y las productoras que lo compran lo anuncian luego a bombo y platillo como si ello fuese garantía de calidad.
Pero no nos dejemos engañar. Esto no es más que otra película de Jason Statham, ese buen actor de acción que parece empeñado en vulgarizarse repitiendo una y otra vez con el mismo género en el que se mueve como pez en el agua y que por lo general no defrauda nunca siempre sin el más leve signo de riesgo.
Con un argumento tópico que puede recordarnos a mil y una películas, desde la ya clásica Comando  a cualquier refrito de serie B de justicieros cuyo pasado regresa para acosarlos al estilo Charles Bronson o Chuck Norris pero que tan bien se le daba a Bruce Willis en la década de los 90’.
Phil Broker es un policía infiltrado que tras resolver con éxito uno de sus casos más importantes decide retirarse para vivir con su hija de diez años en un supuestamente apacible pueblecito de interior, pero a un tipo como él los problemas parecen perseguirle y su llegada al pueblo no va a pasar desapercibida por sus conciudadanos.
Con un reparto más interesante de lo habitual en este tipo de films (por ahí andan James Franco, haciendo ese papel de fumeta que tan bien se le da, y Winona Ryder, entre otros), lo mejor de la película –aparte de las siempre efectivas luchas de Statham, son las contadas escenas dramáticas en las que el director, Gary Fleder, aparenta tomarse en serio la cosa. El bajón viene cuando la historia avanza con torpeza y diálogos de baratillo hacia un desenlace tan tópico como previsible, demasiado dulce incluso para lo que se nos pretende mostrar en pantalla, y con un regusto de western crepuscular fallido no solo por culpa del guion (cada vez es más evidente que la carga dramática que se encontraba en el sobrevalorado libreto de Rocky no fue más que fruto de la casualidad) –que aunque se nos diga que procede de una novela de Chuck Hogan no contiene ningún valor literario en su traslación a la pantalla) sino por la simpleza de un director que solo destaca, y negativamente, cuando pretende jugar con las luces o los zooms, que no solo no aportan nada sino que deslucen el limitado esfuerzo actoral.
Ya he comentado en otras ocasiones que lo bueno del cine de Statham es que no defrauda, pues el espectador sabe perfectamente lo que puede esperar de la película antes de verla, y esta no es una excepción. Así, el film entretiene y cuenta con la suficiente acción y el innegable carisma del actor británico como para estar a la altura de cualquiera de sus otros títulos, pero creo que ya comienza a ser hora de exigirle un poco más a un intérprete que aparenta tener una calidad que no se atreve a demostrar, habiéndose acomodado en repetir una y otra vez el mismo esquema, de manera que aun siendo muy superior a otros héroes de acción contemporáneos suyos (de esos que quisieron coger el testigo que hace dos décadas parecían haber dejado los Stallone y Schwarzwnegger de turno), como Dwayne Johnson o Vin Diesel, lo cierto es que no cuenta en su haber ningún título con tufillo a clásico (por generosos que podamos ser con esa palabra) como cabría esperar.
Así que tiros, acción y algo de drama, correcta pero sin más pretensiones. Una lástima…

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