lunes, 4 de agosto de 2014

SEX TAPE: ALGO PASA EN LA NUBE (6d10)

Tan bien se lo debieron pasar el director Jake Kasdan con Cameron Diaz y Jason Segel en Bad Teacher  que el trío ha decidido repetir untos en Sex Tape (y en breve lo harán de nuevo en Bad Teacher 2), una comedia con pinta de gamberra donde un matrimonio en plena crisis de pasión deciden grabarse en video para revolucionar así sus hormonas y apelar con ello a la lujuria. 
La jugada surge efecto, pero una vez consumada la demencial velada en lugar de borrar el estimulante video este termina sincronizándose con toda una colección de iPods que la desventurada pareja ha regalado recientemente a amigos y familiares, con lo que el “simpático” video porno casero de Annie y Jay queda al alcance de todos ellos, incluyendo al del hijo de sus mejores amigos que no tiene otra ocurrencia que chantajearlos bajo la amenaza de colgarlo en una web pornográfica.
Sex Tape se ha publicitado (y mucho) como una comedia sexual en la que se destacaba, sobre todo, las escenas de desnudos de la Diaz (para los interesados, queden informados que sólo van a ver culo, y repartido a partes iguales con el de Segel; no sé por qué los desnudos de él no tienen la misma resonancia) y aunque es cierto que la película contiene, al menos en su primera mitad, con muchas escenas de sexo (quizá se podrían definir incluso como de un erotismo muy muy light), la verdad es que el concepto de comedia sexual se diluye rápidamente para convertirse en comedia sin más (incluso lo de gamberra le viene grande), de un blanco que deslumbra y exageradamente políticamente correcta.
Así, una vez vista, lo que más se recuerda de ella no son los cuerpos de sus protagonistas retozando sino sus peripecias para recuperar los iPods regalados, siendo la segunda parte de la película la más divertida y en la que entran en acción los brillantes secundarios del film para ayudar a Diaz y Segel a mantener la función. Y no es que la pareja no tenga química, pues esta es innegable, pero es la aportación de Rob Corddry, Ellie Kemper y, sobretodo, de Rob Lowe y Jack Black, la que posibilita los momentos más delirantes y aplaudidos.
Divertida sin más pretensiones, es de agradecer la práctica ausencia de gags escatológicos o la sutil crítica a un mundo tecnológicamente interconectado donde la privacidad parece haber desaparecido y la persecución a la que antaño eran sometidos los famosos puede caer sobre cualquier anónimo que cometa el más ligero desliz en la red.
Hace ya algún tiempo comenté que la comedia americana parece estar madurando, y que la época de los American Pie y el resto de bazofias de cacaculopedopis estaban destinadas a pasar a mejor vida. 
El éxito de la saga Resacón en Las Vegas, las producciones de Judd Apatow y hasta los cambios de registros de comediantes más zafios como Adam Sandler así lo parecían demostrar  y en esta nueva ola de comedias el tema no va ya tanto de adultos que quieren negarse a crecer y seguir comportándose como críos sino todo lo contrario. 
El matrimonio, los hijos, ya no son, en definitiva, una lacra, y la solución ante la falta de tiempo que dedicar a la pasión o la simple ausencia de apetito sexual no es ya un problema trágico que haya que resolverse a golpe de ingenio, sino un simple paso más en el camino, una etapa concluida que da pie a otra nueva, que con comprensión e inteligencia puede resultar igual de apasionante que la anterior.
De esta manera, Sex Tape, al final, no es una reflexión gamberra y cachonda sobre el sexo, sino una mirada al desgaste del matrimonio y al amor que, a la postre, resulta incluso tierna y clarificadora.
Esto, naturalmente, va a defraudar a muchos adolescentes que se acerquen a su cine sólo por la idea de ver a Cameron Diaz en pelotas (ya les ocurrió lo mismo con Sandra Bullock en La proposición; si es que no aprenden…) y enfadará a los revolucionarios que acusen a este film de panfletario y conservador, e incluso podrían acusarla de ser simplemente un anuncio increíblemente alargado de Apple, pero esto es lo que realmente hay. 
Son los nuevos tiempos, y hasta un líder de la escatología como Seth MacFarlane lo ha entendido cuando derivó la gamberrada que podría haber sido Mil maneras de morder el polvo en una historia de amor.
Y a quien no le guste, siempre puede recurrir a Redtube. Eso si el discurso de Jack Black no les ha quitado las ganas…


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