Tan
bien se lo debieron pasar el director Jake Kasdan con Cameron Diaz y Jason
Segel en Bad Teacher que el trío ha decidido repetir untos en Sex Tape (y en breve lo harán de nuevo
en Bad Teacher 2), una comedia con
pinta de gamberra donde un matrimonio en plena crisis de pasión deciden
grabarse en video para revolucionar así sus hormonas y apelar con ello a la
lujuria.

Sex Tape se ha publicitado (y mucho) como una comedia sexual
en la que se destacaba, sobre todo, las escenas de desnudos de la Diaz (para
los interesados, queden informados que sólo van a ver culo, y repartido a
partes iguales con el de Segel; no sé por qué los desnudos de él no tienen la
misma resonancia) y aunque es cierto que la película contiene, al menos en su primera
mitad, con muchas escenas de sexo (quizá se podrían definir incluso como de un
erotismo muy muy light), la verdad es que el concepto de comedia sexual se
diluye rápidamente para convertirse en comedia sin más (incluso lo de gamberra
le viene grande), de un blanco que deslumbra y exageradamente políticamente
correcta.

Divertida
sin más pretensiones, es de agradecer la práctica ausencia de gags
escatológicos o la sutil crítica a un mundo tecnológicamente interconectado donde
la privacidad parece haber desaparecido y la persecución a la que antaño eran
sometidos los famosos puede caer sobre cualquier anónimo que cometa el más
ligero desliz en la red.
Hace
ya algún tiempo comenté que la comedia americana parece estar madurando, y que
la época de los American Pie y el resto de bazofias de cacaculopedopis estaban
destinadas a pasar a mejor vida.
El éxito de la saga Resacón en Las Vegas, las producciones de Judd Apatow y hasta los
cambios de registros de comediantes más zafios como Adam Sandler así lo
parecían demostrar y en esta nueva ola
de comedias el tema no va ya tanto de adultos que quieren negarse a crecer y
seguir comportándose como críos sino todo lo contrario.

De
esta manera, Sex Tape, al final, no
es una reflexión gamberra y cachonda sobre el sexo, sino una mirada al desgaste
del matrimonio y al amor que, a la postre, resulta incluso tierna y
clarificadora.
Esto,
naturalmente, va a defraudar a muchos adolescentes que se acerquen a su cine
sólo por la idea de ver a Cameron Diaz en pelotas (ya les ocurrió lo mismo con
Sandra Bullock en La proposición; si
es que no aprenden…) y enfadará a los revolucionarios que acusen a este film de
panfletario y conservador, e incluso podrían acusarla de ser simplemente un anuncio increíblemente alargado de Apple, pero esto es lo que realmente hay.
Son los nuevos
tiempos, y hasta un líder de la escatología como Seth MacFarlane lo ha
entendido cuando derivó la gamberrada que podría haber sido Mil maneras de morder el polvo en una
historia de amor.
Y
a quien no le guste, siempre puede recurrir a Redtube. Eso si el discurso de Jack Black no les ha quitado las
ganas…
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