Cuando
se promociona el estreno de un título de estas características como: “la nueva
película de los Estudios Disney” siempre se olvidan de mencionar que el estudio
firmante se llama en realidad Disneytoons.
Me explicaré: Disneytoons es en
realidad una variante nacida del sello ya desaparecido de Disney en Australia
que se dedica en la actualidad a productos de animación para la televisión.
Esto
resultaba muy evidente en Aviones,
estrenada el año pasado, un telefilm animado de calidad insuficiente como para
ser estrenada por todo lo alto y que deberíamos comparar a productos Disney
menores como las películas de Campanilla
o las secuelas de títulos clásicos como La
Sirenita, El Rey León, etc. Sin
embargo, algún cerebrito de la compañía pensó que el truco de copiar
descaradamente a la compañera de viaje Pixar y sus Cars podría ser una buena manera de sacarse un dinerillo y Aviones se estrenó por todo lo grande,
estafando a los sufridos padres y aburriendo a los pobres niños que se tragaron
una película insulsa, mal hecha y tremendamente aburrida cuya única intención
parecía ser la de vender juguetitos en forma de aviones con boca y ojos.
Apenas
un año después llega una secuela (hay que seguir exprimiendo la teta), cuando
lo normal en una película Disney sería una producción de entre tres y cuatro
años. Afortunadamente, alguien ha debido tener un arrebato de conciencia y el
listón ha subido lo suficiente como para considerar esta secuela como un film
mínimamente digno y lo suficientemente divertido y emocionante como para
justificar la hora y media que se le debe dedicar.
Aviones:
equipo de rescate recupera los personajes de la primera entrega pero tiene el
acierto de profundizar en la personalidad del protagonista, Dusty, y sacarlo de
su elemento fundamental -las carreras de élite- para enfrentarlo a un nuevo
desafío y a nuevos compañeros de aventuras en una historia con mucho más
argumento que su antecesora lo que facilita que las bromas y las situaciones
cómicas sean mucho más inspiradas, mientras que los momentos dramáticos
–inspirados en las películas de catástrofes clásicas- sean también más
intensos.
Sigue
sin entusiasmarme la idea de aparatos que se comportan como seres humanos, pero
al menos en esta ocasión han logrado entretenerme y provocarme alguna que otra
sonrisa, acompañando las peripecias de Dusty con una calidad técnica mejorada
que, si bien no oculta totalmente sus carencias televisivas por lo menos sí las
disimula.
Aviones: equipo de rescate no es una gran película Disney, pero al menos se deja
ver sin avergonzar. Y eso, por sí solo, ya era más de lo que a priori uno podía
esperar de ella.
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