lunes, 4 de agosto de 2014

ANARCHY: LA NOCHE DE LAS BESTIAS (6d10)

Ya avisó en 2013 James DeMonaco que The Purgue : La noche de las bestias sería tan solo el primer capítulo de una saga que, tras los buenos resultados en taquilla, parece que va a tener representación anual, eso sí, cambiando intérpretes y esquemas.
Así, en Anarchy: La noche de las bestias (todo un despropósito de traducción al español del título original: The Purgue: Anarchy), nos encontramos de nuevo ante la fatídica noche en la que todo está permitido. 
Con la excusa de liberar a la bestia que todos llevamos dentro, durante esta determinada noche del año la ley no existe y los robos, asesinatos y violaciones no podrán ser juzgados ni castigados.
Mientras en el primer episodio del año pasado Ethan Hawke y Lena Headey descubrían que los sofisticados sistemas de seguridad de su casa de una rica zona residencial no iban a protegerles de la locura que se extendía la noche de la Purga, en esta ocasión nos trasladamos a los barrios pobres del extrarradio donde un variopinto grupo de desconocidos deberán aunar fuerzas para sobrevivir en plena calle.
Con un arranque que casi parece compuesto por tres historias diferentes, a modo de cortometrajes entremezclados que terminan confluyendo en una sola trama, vamos a conocer a Sergeant, una especie de justiciero (brillante Frank Grillo) que emulando a clásicos como Charles Bronson y un look que recuerda al Punisher de Marvel se aventura por las vacías calles de la ciudad con un objetivo en mente, aunque por el camino se verá obligado a salvar a Eva y Cali (madre e hija) y a la pareja a punto de separarse formada por Shane y Liz.
En la película que abría la saga, DeMonaco apostaba por una historia claustrofóbica que brillaba gracias al brutal concepto de la Purga y a la estética de los agresores, pero que se desinflaba a medida que avanzaba la acción, cayendo en tópicos y volviéndose previsible y rutinaria. 
Quizá para no atascarse más todavía, en esta ocasión ha cambiado radicalmente el escenario y ha apostado por los espacios abiertos, con persecuciones de coches y francotiradores que dificultan las odiosas comparaciones con el film de Hawke y Headey. Sin la posibilidad de sorprender que a priori ofrecía aquella, DeMonaco no se avergüenza en imitar, sobre todo en el tramo final del film, a otros títulos centrados en la caza al hombre, como El malvado Zaroff o Blanco humano
Con buenas dosis de acción y un ritmo ligero, DeMonaco se permite, además, tintar su película con un tono de crítica social que, curiosamente, se convierte a la vez en lo mejor y lo peor del film. Capaz de condenar la situación económica actual de un plumazo con una sola escena (un bróker ahorcado sobre la puerta de un juzgado), se podría aplaudir su discurso moralista contra el poder y la clase alta, aun rozando la demagogia, pero cuyas buenas intenciones caen en saco roto al reconocer en el mismo prólogo de la película que las intenciones de los llamados “Nuevos Padres Fundadores” con la Purga han conseguido sus propósitos y Estados unidos se ha convertido en una nación sin delitos, sin paro y sin pobreza. 
Así pues, DeMonaco bien podría haber apostado mejor por el debate entre la doble moral no ya de los gobernantes sino de nosotros mismos sobre si aceptamos el “todo vale por la causa” o preferimos ser libres e independientes a cambio de pasar hambre y penurias.
Pero tampoco vamos a exigir una lectura demasiado sesuda a una película que no pretende más que entretener con buenos momentos de acción y ligeras dosis de terror que, sin ser una maravilla, por lo menos logra distanciarse de su antecesora lo suficiente como para poder disfrutar de la misma sin tener la sensación de que nos quieren vender más de lo mismo.
No dudo que en un futuro muy cercano la propuesta se vaya a agotar y canse al más pintado, pero por ahora, sin ser una maravilla, cumple. Y con eso ya debe valer.


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