Si algo bueno tiene el cine de Jason Statham es que no engaña. Cuando uno
acude al cine a ver una película del actor británico sabe lo que se va a
encontrar: una más que correcta cinta de acción con buenas interpretaciones y
una interesante descarga de adrenalina.
Claro que muchas veces son productos
que rozan la serie B, como aquellos añorados títulos de videoclub de los 80,
pero entretienen igual, ¿verdad? Y a veces, incluso se sube la apuesta y el
protagonista de Transporter atina al
arriesgar con algo un poco más sobrio, más brillante que la media de sus
trabajos y, por supuesto, que la media del cine de acción actual. Y este es un
buen ejemplo de ello.
De la mano del guionista y realizador Steven Knight, quien ya firmara el
libreto de Promesas del este, Redención es, como su propio nombre
español indica, una historia de segundas
oportunidades, de las consecuencias de los errores del pasado y de la esperanza
de conseguir un futuro que se creía perdido para siempre. Sin embargo, Knight
no es Kappra ni sus películas cuentos de hadas. Redencion lucha sobre todo por conseguir mantener un tono realista,
y es por ello que todo el metraje tiene un regusto amargo y desangelado que
Statham sabe plasmar a la perfección.
Joey es un sin techo cuyos retazos de una vida anterior parecen perdidos
para siempre y con los únicos recuerdos de fragmentos de una guerra que le
causó más cicatrices de las que se pueden apreciar a simple vista. Ahogado en
el alcohol y la autocomplacencia, sólo la muerte de una joven tan abandonada
como él le hará despertar y luchar por vengar su memoria y, de paso, soñar con
la posibilidad de sentirse de nuevo amado y respetado junto a la más inesperada
aliada, una monja con un pasado tan tormentoso como el suyo propio.
No es, sin embargo, Redención un
simple drama, pues la acción se presenta en grandes dosis y Statham es único en
el cuerpo a cuerpo, pero Knight ha logrado dotar a su obra de una reflexión
poco común es el género que hacen que se situé un par de peldaños por encima de
las demás.
Y es que aun con los tópicos casi inevitables del género, Redención
sabe ser valiente cuando conviene y buscar un camino diferente al esperado que
no la convierte en obra maestra pero sí en un título muy recomendable.
Y es que Statham, de nuevo, da en el blanco.
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