Plagada de figuras consagradas como mandan los cánones, El secreto del cofre de Midas es una
película de aventuras juvenil que pese a su aparentemente aparatoso diseño de
producción aspira a poco más que a entretener con una trama heredera de las
aventuras de Indiana Jones y el
desahogo cómico de Los Goonies, con
algún toque de misterio rocambolesco a
lo Harry Potter (o, puestos a
comparar, y ya que hay dinero español metido en la producción, a lo Zipi y Zape).
El tesoro del cofre de
Midas no es una mala película, y al analizarla hay que tener en cuenta que va
dirigida a un público objetivo casi infantil, pero ello no implica que debamos
tragar con todo y transigir con las niñerías que en algunos momentos nos
quieren colar con semejante excusa.
Quitando a las tres estrellas mediáticas que tampoco es que deban tener
muchos grandes papeles entre los que elegir (a saber: Sam Neill, Michael Sheen
y Lena Headey) y al protagonista, un Aneurin Barnard que aprueba justito,
algunas interpretaciones son lamentables, como es el caso de los esbirros del
villano de turno o el hermano del protagonista. La dirección es bastante plana
y no sabe en ningún momento imprimir el ritmo necesario que necesita la
historia y los giros argumentales son tan previsibles que renuncian al instante
a toda opción de sorprender. Y para colmo está la pretensión de querer ser el inicio
de una nueva saga, una más de las muchas que ansían llenar el hueco dejado por
el mago de J.K. Rowling, aunque es evidente que ya de partida las novelas de
dicha señora eran mucho más populares que las del tal Graham P. Taylor (esto,
al parecer sería el inicio de la trilogía de Mariah Mundi).
Pero superada la pataleta inicial debo confesar que la historia del joven que,
desesperado por la desaparición de sus padres y su hermano pequeño, debe
resolver el misterio alrededor de un cofre que se supone contiene un gran poder
distrae durante gran parte de su metraje, donde se agradece los esfuerzos de
los actores de "verdad" por resultar creíbles, aunque Sheen roza
demasiado la caricatura. Así, El secreto
del cofre de Midas es suficientemente correcta como para agradar y entretener,
al menos hasta llegar a su clímax final, donde todas las buenas intenciones que
hay por el camino se van al traste con un desenlace totalmente ridículo que
estropea todo lo visto hasta ahora.
Ctreo que el principal problema del cine juvenil actual es prescindir de
las ideas originales y abusar de novelitas en busca desesperada de nuevas sagas
con un peso excesivo en el protagonista tal y como sucediera con Percy Jackson y
compañía. ¿Dónde han quedado esos grandes creadores de historias de los 80 que
conseguían grandes películas juveniles con una gran originalidad (Regreso al futuro, Gremlins, Los Goonies…)?
Pese a todo, cumple lo poco que se le puede exigir, y no se le debe pedir
mucho más. Habrá que conformarse…
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