miércoles, 16 de julio de 2014

SÓLO LOS AMANTES SOBREVIVEN * (7d10)

El amor… Ese misterioso sentimiento que une dos almas durante… ¿días?, ¿meses?, ¿años? ¿Quizá toda la eternidad?
Ese es el punto de partida de la nueva obra de Jim Jarmusch, la posibilidad de que el amor pueda ser realmente eterno, superar el paso de los años (y de los siglos) y ser capaz de sobrevivir por encima de todo.
Adam y Eve son un matrimonio de vampiros que se aman por encima de todo. Sin embargo, esta no es una película de vampiros, y quien acuda a ella esperando ver sangre y violencia se llevará una gran decepción, aunque hay quien puede ver aquí el reverso retorcido y brillante de Crepúsculo. Pero Sólo los amantes sobreviven es, sobre todo, una película de Jim Jarmusch, con todo lo bueno y malo que ello conlleva. Aquí están todos sus tics, sus manías y sus fobias, y es evidente que no se trata de una producción adecuada para todos los gustos.
Semejante en cuanto a simbología a la Byzantium de Neil Jordan, aunque mucho más onírica y poética, Sólo los amantes sobreviven comienza con una primera mitad lenta, plagada de imágenes imposibles, de sonidos escrupulosamente calculados, con Tom Hiddleston y Tilda Swinton casi como únicos protagonistas, llevando todo el peso de la narración y mostrando unas interpretaciones tan brillantes como comedidas. Cierto es que la melancolía triste y lánguida que propone Jarmusch casi puede resultar insoportable y excesiva, pero la aparición de la hermana de Eve, Ava (Mia Wasikowska) introduce un elemento discordante que rompe la apacible vida de los no muertos y los precipita hacia una lucha por la supervivencia casi agónica.
Con Anton Yelchin y John Hurt como secundarios de lujo, Sólo los amantes sobreviven es hermosa, apasionada, visualmente hipnótica y necesariamente dolorosa.
Jarmusch en estado puro.

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