lunes, 14 de julio de 2014

AMANECE EN EDIMBURGO (7d10)

Dirigida por Dexter Fletchet, británico que hasta ahora había destacado más en su faceta como actor, Amanece en Edimburgo es un excelente musical que se sirve de la discografía de The Proclaimers (cuyo mayor éxito fue la canción 500 miles) para construir una narración agridulce pero definitivamente optimista sobre las diversas relaciones alrededor de una familia escocesa con las miras puestas en el presente, pasado y futuro según sea la pareja en cuestión.
Todo arranca cuando Davy y Ally regresan después de un tiempo en el ejército y se reincorporan a la vida civil, no sin arrastrar con ellos alguna secuela de su paso por Afganistán. Así, Davy es arropado por sus padres, a punto de cumplir sus bodas de plata, y su hermana Liz, quien a su vez es la novia da Ally. Además, cuando conoce a una enfermera inglesa compañera de trabajo de Liz, Yvonne, quedará completamente enamorado de ella.
Todo parece sonreír a estas tres parejas hasta que durante la celebración del veinticinco aniversario de la boda de los padres todo amenaza con irse al traste: el descubrimiento de una hoja secreta fruto de una infidelidad hace veinticuatro años, el rechazo de Liz a la propuesta de matrimonio de Ally por las diferentes visiones de futuro que tienen cada uno de ellos y el miedo a ser heridos y la falta de comunicación entre Davy y Yvonne provoca que en un abrir y cerrar de ojos la frágil felicidad que se había construido sobre estos seis habitantes de Edimburgo se derrumbe.
Una historia sencilla, tierna y conmovedora que se adapta perfectamente al estilo musical de The Proclaimers y que sirve como lección vital sobre lo mucho que nos gusta complicar lo sencillo y lo proclives que somos todos a echar por tierra la felicidad que tanto ansiamos conseguir.
Sin hurgar demasiado en las heridas ni ahondar en exceso en el drama social (la tragedia de la guerra y sus consecuencias está simplemente apuntado, sin ser centro de atención ni motivo de debate), Fletcher ha apostado por la mirada más amable de una sociedad más proclive a guiarse por el amor y los sueños que a rendirse ante las dificultades, y lo hace merced a una película que a diferencia de otros musicales recientes como Mamma mia! (con la que todos se empeñan en comparar) o Los Miserables, no centra su atención en un reparto espectacular (aunque no sean actores debutantes no encontraremos aquí a ninguna gran estrella que actúe como reclamo publicitario) siendo los temas de The Proclaimers los verdaderos protagonistas del film, temas intensos y cargados de un punto de positivismo aun cuando traten sobre el dolor y el desamor (o incluso la muerte).
Es por ello que Amanece en Edimburgo es un canto a la vida, una película cargada de alegría y esperanza que nos invitará a sale del cine con el corazón alegre y cuyo clímax final,  por más que algunos hayan acusado a la escena del flashmob (baile improvisado en mitad de la calle) de excesivamente simplista y empalagosa, es fiel reflejo del espíritu que pretende impregnar toda la película, símbolo del “buenrollismo” de un pop ligero y pegadizo y de unos personajes con los que es fácil empatizar y encariñarse.

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