lunes, 14 de julio de 2014

EL EXTRAORDINARIO VIAJE DE T.S. SPIVET * (7d10)

Existen directores que, pese a contar con una filmografía no demasiado extensa, han conseguido imprimir a sus obras de un sello personal, capaces de hacer que su autoría sirva como definición de un género en sí mismo.
Así, existen las películas de Allen, de Almodóvar y, en el país galo, de Jeunet.
Jean-Pierre Jeunet, cimentado en apuestas visuales impactantes aunque arriesgadas, como Delicatessen, La ciudad de los niños perdidos o, incluso, Alien Resurrección, será siempre recordado por ser el autor de Amelie, y el realizador, en lugar de renegar de ello, se siente orgulloso y repite esquemas en esta nueva película que no pocos han definido como un “Amelie con niño”.
Ambientada en un pueblecito de interior de Estados Unidos narra la alucinante historia de T.S.Spivet, un niño de diez años de una inteligencia sobrenatural que inventa una rueda de movimiento continuo con lo que es correspondido por un prestigioso premio de la organización Smithsorian. 
Atrapado en una familia que no lo comprende (su padre vive encerrado en una imagen del viejo oeste ya caduca, su madre está obsesionada con la investigación de los escarabajos y su hermana solo piensa en su admiración por los concursos de belleza) y con un tormentoso secreto relacionado con la trágica muerte de su hermano gemelo, T.S. decidirá ocultar su verdadera edad y aceptar el premio aunque ello le suponga atravesar medio continente sin más medios que su valor y su inteligencia.
Así arranca esta brillante comedia interpretada por Kyle Catlett y con la participación de Judi Davis (curiosamente una habitual de Allen), Helena Bonham Carter y Cullum Keith Rennie en la que Jeunet hace gala de todo su buen hacer con una historia cargada de ternura y humor sin renunciar a los derroches visuales que le son tan característicos.
Cargada de personajes tan absurdos como adorables, El extraordinario viaje de T.S.Spivet en una conmovedora fábula, casi un cuento, en forma de road movie sobre los valores verdaderamente importantes en la vida y la necesidad de superar los malos momentos haciendo fuerza con los seres queridos en lugar de encerrándonos en nuestra propia soledad interior. 
De esta manera, amparándose en un dramático suceso, Jeunet construye una metáfora sobre la familia y el amor consiguiendo no renunciar en ningún momento a la diversión y recordándonos el valor de la inocencia en la infancia, por más que sea un infante tan especial como este.

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