Un
par de años antes de que Leonardo DiCaprio se metamorfeara de forma excelente
en el indescriptible Jordan Belfort el no menos talentoso Kevin Spacer hizo lo
propio con Jack Abramoff, un lobista (que no tengo muy claro si existe esta
palabra en español) que también a base de estafas y trapicheos logró cierto
poder durante la administración de George Bush.
Contada
con la misma ironía que el film de Scorsesse, Corrupción en el poder (espantoso y tópico título en español de Casino Jack) cuenta como el famoso agente empezó a trabajar para una tribu india
prometiendo enriquecerlos gracias a sus casinos mientras les cobraba comisiones
astronómicas y construía un complejo entramado de sobornos y chantajes que lo
llevaron a codearse con el mismísimo presidente de la Casa Blanca. Como en El lobo de Wall Street, este es uno más
de los muchos ejemplos de gente sin demasiados escrúpulos que se enriquecieron
de forma escandalosa hace unos años y que fueron uno de los muchos detonantes
que provocaron la crisis económica mundial que continúa azotándonos sin piedad.
Algo
menos histriónica y más terrenal que su contrapartida de la bolsa, Spacer hace
una memorable a la par que contenida interpretación que lo llevó a ser nominado
al Globo de oro y posiblemente le abriese las puertas a protagonizar la serie
de semejante calado House of Cards.
El principal mérito del director George Hickenlooper ha sido saber condensar la
compleja historia en poco más de hora y media de metraje, aunque por el
contrario ello supone momentos algo precipitados que pueden crear confusión si
no se está especialmente atentos a las conversaciones a la hora de entender
todos los entramados secretos.
Bien
secundado por Barry Pepper, Jon Lovitz y Kelly Preston, la película no sólo nos
cuenta una historia con humor y emoción, sino que nos deja de nuevo con el
mensaje de que el protagonista, por más que termine pagando por sus actos (esto
no es un spoiler, la película empieza con su detención) no es más que uno de
los muchos corruptos metidos en el ajo, y mientras él sobornaba los
congresistas y senadores se dejaban sobornar con total impunidad. Esa es la
terrible lectura que hace que películas como esta, vistas junto a títulos como
el mencionado El lobo de Wall Street,
Margin Call, The Company men y el excelente documental Inside Job, entre otros, nos ayuden a comprender un poco más el
panorama actual y como hemos llegado hasta él.
Lo
que sí que no tiene explicación es que haya tardado la friolera de cuatro años
en estrenarse en España y que solo haya estado una semana en cartel. ¡Qué le
vamos a hacer!
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