Cuando
Robert Eggers debutó como director con La Bruja en 2015 ya demostró que no era un director convencional, cosa que se
confirmó con la alabada El faro
cuatro años más tardes. El suyo es un cine incómodo, inquietante y muy
particular que, como su amigo Ari Aster, ha apadrinado un nuevo concepto del
cine de terror, alejado de los sustos fáciles y los jumpscares propios del cine de James Blum o el clasicismo estético
de James Wan. Quedaba, sin embargo, la duda de saber si tenía la capacidad de
sobresalir también lejos de la relativa seguridad que proporciona el cine
independiente y lograr atraer al público al mando de una superproducción, y El hombre del norte es su prueba de
fuego.
El hombre del norte recurre a una leyenda escandinava que ya en su
momento dio pie al Hamlet de
Shakespeare. Debo confesar que la primera vez que vi el tráiler me sentí poco
atraído ante una historia de venganza que, sobre el papel, me parecía demasiado
lastrada por el arquetipo: un niño ve masacrar a todo su pueblo y, ya adulto y
convertido en un curtido guerrero, emprende su venganza. Esto, por sí mismo, es
casa un género propio, pero fue Eggers quien me consiguió picar la curiosidad
y, desde luego, su puesta en escena consigue que la experiencia valga
totalmente la pena.
No
estamos ante una película redonda, y el guion que el propio Eggers firma junto
al poeta Sjón habría agradecido un par de pulidos más, de manera que la mezcla
entre película histórica (con una ambientación extremadamente realista) casase
mejor con los elementos sobrenaturales, casi de terror, de la propuesta, pero
el balance final es, desde luego, muy meritorio. No es, sin embargo, una
película para todos los gustos, tal y como no lo eran las dos propuestas
anteriores de Eggers, y la planificación de la violencia junto a las salidas de
tono de ciertos momentos harán huir al espectador más acomodado. Y es que `pese
a haber tenido que aceptar ciertas reglas, parece que los de Focus han dado suficiente manga ancha a
Eggers para que esta película, pese a las aspiraciones a gran título del año
que a priori tenía, siga siendo una película de autor.
El
fracaso en taquilla (aunque en España ha funcionado medianamente bien) no
parece haber decepcionado mucho a la productora, que se muestran satisfechos
con el resultado final, aunque dudo que las aspiraciones de franquicia de las
que se hablaban durante la preproducción se mantengan. Como sea, sí merece la
pena darle una oportunidad, aunque sea con su próxima llegada al streaming, pese a que ello nos haga
perder la magnificencia de la puesta en escena y el desarrollo visual que
confieren un aura mágico a la película y revuelve los estómagos con su crudeza
despiadada.
Valoración:
Siete sobre diez.
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