Demasiado he tardado en conseguir ver Pam & Tommy, posiblemente una de las mejores series que ofrece Disney+ y cuya base no puede estar más alejada de las directrices infantiles de la casa del ratón (no en vano es una producción original de Hulu).
Debo
reconocer que sobre el papel la historia del video porno casero de Pamela
Anderson Y Tommy Lee no es que interesara demasiado, pero las grandes críticas
que estaba cosechando aparte de dos actores tan interesantes como Lily James y
Sebastian Stan en los roles protagonistas terminaron por llamar mi atención.
Y,
sí, lo confirmo. Quitando algún exceso visual como el de Tommy Lee hablando con
su pene en el segundo episodio, lo cierto es que la serie logra mantener al
espectador enganchado, logrando desnudar (metafóricamente, que literalmente ya
lo hacían ellos mismos muy a menudo) a Pamela Anderson y Tommy Lee y dejándonos
ver un aspecto diferente al concepto que se solía tener de ellos a través de
las cámaras.
Lo
cierto es que pese a sus defectos (algunos demasiado grandes como para pasarlos
por alto), uno acaba sintiendo bastante lástima por esta pareja de famosos cuya
intimidad es ultrajada, permitiéndonos ver la serie (con una fidelidad a la
historia real que parece fuera de toda duda) la otra cara de la moneda y
mostrándonos a Pamela y Tommy no como a los animales sexuales que la prensa nos
vendía sino como a las verdaderas víctimas de la trama.
Cierto
es que esta historia habría sido muy diferente de haberse narrado en su
momento, y el paso del tiempo permite dulcificar esta imagen de Pamela
Anderson, casi una cenicienta atrapada por un Hollywood implacable (la serie
pasa muy de puntillas por sus apariciones en Play Boy, cuyas portadas son las que van a hacer que Pamela
Anderson pase a la historia, por encima de Los
vigilantes de la playa o los bodrios de películas en los que llegó a
aparecer), a la par que ofrece un discurso feminista subrayado por el
arrepentimiento del ladrón de la película original, un Rand Gauthier muy bien
interpretado por Seth Rogen, sin duda la tercera pata de la serie.
Más
allá de la impecable caracterización de los protagonistas, uno de los puntos
fuertes de la propuesta es el debate sobre el derecho a la privacidad, y hasta
qué punto es una vulneración de la misma la publicación de un video íntimo de
dos personas famosas precisamente por exhibir sus intimidades. Aquí es donde
más se pone el dedo en la llaga y donde la serie tiene su valor principal, amén
de funcionar muy bien tanto en sus momentos de comedia como de intriga.
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