viernes, 27 de mayo de 2022

Visto en Disney+: PAM & TOMMY

Demasiado he tardado en conseguir ver Pam & Tommy, posiblemente una de las mejores series que ofrece Disney+ y cuya base no puede estar más alejada de las directrices infantiles de la casa del ratón (no en vano es una producción original de Hulu).

Debo reconocer que sobre el papel la historia del video porno casero de Pamela Anderson Y Tommy Lee no es que interesara demasiado, pero las grandes críticas que estaba cosechando aparte de dos actores tan interesantes como Lily James y Sebastian Stan en los roles protagonistas terminaron por llamar mi atención.

Y, sí, lo confirmo. Quitando algún exceso visual como el de Tommy Lee hablando con su pene en el segundo episodio, lo cierto es que la serie logra mantener al espectador enganchado, logrando desnudar (metafóricamente, que literalmente ya lo hacían ellos mismos muy a menudo) a Pamela Anderson y Tommy Lee y dejándonos ver un aspecto diferente al concepto que se solía tener de ellos a través de las cámaras.

Lo cierto es que pese a sus defectos (algunos demasiado grandes como para pasarlos por alto), uno acaba sintiendo bastante lástima por esta pareja de famosos cuya intimidad es ultrajada, permitiéndonos ver la serie (con una fidelidad a la historia real que parece fuera de toda duda) la otra cara de la moneda y mostrándonos a Pamela y Tommy no como a los animales sexuales que la prensa nos vendía sino como a las verdaderas víctimas de la trama.

Cierto es que esta historia habría sido muy diferente de haberse narrado en su momento, y el paso del tiempo permite dulcificar esta imagen de Pamela Anderson, casi una cenicienta atrapada por un Hollywood implacable (la serie pasa muy de puntillas por sus apariciones en Play Boy, cuyas portadas son las que van a hacer que Pamela Anderson pase a la historia, por encima de Los vigilantes de la playa o los bodrios de películas en los que llegó a aparecer), a la par que ofrece un discurso feminista subrayado por el arrepentimiento del ladrón de la película original, un Rand Gauthier muy bien interpretado por Seth Rogen, sin duda la tercera pata de la serie.

Más allá de la impecable caracterización de los protagonistas, uno de los puntos fuertes de la propuesta es el debate sobre el derecho a la privacidad, y hasta qué punto es una vulneración de la misma la publicación de un video íntimo de dos personas famosas precisamente por exhibir sus intimidades. Aquí es donde más se pone el dedo en la llaga y donde la serie tiene su valor principal, amén de funcionar muy bien tanto en sus momentos de comedia como de intriga.

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