Recién estrenada la tercera tanda de Love, Death + Robots, lo primero que nos encontramos es con la grata sorpresa de que el propio David Fincher se encarga de dirigir uno de los episodios, uno de los más impactantes visualmente y que, sin duda, lleva su sello, pudiéndose explayar en aspectos visuales que en un film convencional no le dejarían.
La tercera temporada de este compendio de animación sigue
los mismos pasos que sus antecesoras, mejorando, si cabe, el resultado de
estas. Quizá algo menos arriesgada en cuanto a sus técnicas de animación, las
historias se me antojan más cuidadas y la suma de todas ellas logra alcanzar un
equilibrio bastante difícil de lograr en cualquier tipo de antología. No todas
tienen el mismo nivel de perfección (la de Las ratas de Mason, por ejemplo, me
dejó un poco frío), pero por lo general la satisfacción que dejan cada uno de
los cortos es muy satisfactoria. Algunos, como el de Sepultados en salas
abovedadas te deja con ganas de más, mientras que Jíbaro, de Alberto Mielgo,
tiene un ritmo y un derroche visual casi inaudito.
Así, pues, estamos de enhorabuena con el regreso de este
juguete que Fincher y Tim Miller se inventaron hace un par de años y que, si
consigue mantener el nivel (aunque visto lo visto van superándose temporada a
temporada) espero que siga en emisión mucho tiempo más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario