No
parece que haya sido una semana muy acertada en cuanto a lo que elegir
películas se refiere. De nuevo he buceado entre los canales de streaming para encontrarme con una
novedad que da mucho menos de lo que ofrece y que se deja ver más por la
simpatía que puede provocar que por sus valores cinematográficos.
La idea de El aparcacoches no tiene nada de novedoso: la improbable historia de amor entre una estrella de cine y un aparcacoches puede recordar a cualquier otra película sobre las diferencias de clases que deben iniciar una falsa relación para cubrir las apariencias y logran aprender algo el uno del otro, pese a lo diferentes que, a priori, sean sus respectivos mundos.
Hay
que agradecer que, al menos, el guionista (que adapta El juego de los idiotas, de Francis Veber) no caiga en el final
fácil e inverosímil propio de las comedias románticas americanas, pero hay que
ser muy conformista para que eso justifique la existencias de esta película.
Con
Eugenio Derbez haciendo más o menos su papel de siempre y Samara Weaving
aspirando a lucir más de lo que lo con sigue, la película no consigue triunfar
casi nunca como comedia, sin que su faceta romántica sea especialmente
memorable, quizá por no saber nunca hacia dónde dirigirse. Por eso se deja ver
con un conato de sonrisa en el rostro, pero poco más tiene para ofrecer, siendo
una oportunidad perdida para sacar más jugo del original de Veber, todo un
especialista en que revisiones sus películas.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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