¿Qué se le regala a alguien que lo tiene todo? Quizá os ha tocado haceros esa pregunta en las vísperas de algún cumpleaños o boda de ese conocido que no parece necesitar de nada. Pues algo así debió pensar Chris Hemsworth cuando se animó a producir Interceptor, la última apuesta de cine de acción de Netflix que es más que nada un vehículo de lucimiento para su esposa, una Elsa Pataki a la que teníamos algo alejada de los set de filmación y que ha querido regresar por todo lo alto aunque sin alejarse demasiado de su familia, que para algo estamos ante una producción australiana y el propio Hemsworth se pasea por el film a modo de simpático (o ridículo, que esto es cuestión de gustos) cameo.
Interceptor es una de esas películas que parece haber surgido de
un guion de los ochenta, un guion de clase baja, todo hay que decirlo, de esos
que buscaban el protagonismo de tipos como Steven Seagal o Van Damme antes que
a los pesos pesados de Schwarzenegger o Stallone. Eso sí, pasado por el rasero
del #metoo en una subtrama algo boba
que tampoco es que lleve a nada.
La
Pataki ejerce aquí de capitana del ejército de los Estados Unidos destinada a
una base cuya única finalidad es la de interceptar un posible ataque de misiles
enemigos. Como es de prever, el ataque enemigo con las obligadas traiciones de
turno se ejecutará a las primeras de cambio y ella solita, como una McClaine de
baratillo, deberá salvar al mundo (o a los USA, que para ellos viene a ser lo
mismo) de un mal trago.
Dejando
de lado la eficacia de las escenas de acción, con unas coreografías que van de
menos a más, en las que su doble ha debido tener un trabajo extra, o la
suspensión de la credulidad a la que obligan casi todo el rato, rozando el
esperpento en su tramo final, si algo hay que elogiar a Interceptor es que no aburre en ningún momento. Empezando su acción
casi desde el minuto uno, la película va al grano, no alarga la historia en
exceso y sabe sacudirse de los diálogos torpes y los giros inverosímiles a base
de acción y adrenalina.
Es
una de esas películas para pasar el rato, que contiene varios momentos de humor
involuntario y otros que invitan al aplauso, pero que se disfruta tanto como
fácil es olvidarla después. No es que Pataki no de el tipo como heroína de acción,
es que el guion es tan loco que no nos permite que nos la creamos, pero como
digo, tanto da. Tiene buenas peleas, algunas explosiones de CGI y tantas
cuentas atrás como todas las películas de Misión
Imposible juntas. Y todo en apenas una hora y media. ¿De veras alguien
esperaba más?
Valoración:
Seis sobre diez.
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