El gran estreno de la semana de Netflix ha sido Spiderhead, una película que lo tenía todo para colarse entre los títulos más importantes del año. Un director de moda, unos guionistas de renombre y un cotizado casting. Sin embargo, algo no termina de funcionar en la ecuación, consiguiendo que el resultado sea una propuesta alargada de lo que podría haber sido un episodio de Black Mirrow (algo que ya sucedía con otras propuestas de ciencia ficción fallida como El círculo o Nerve).
Rhett
Reese y Paul Wernick, guinistas de Deadpool,
adaptan un relato corto de George Saunders que demuestra que la historia,
precisamente, daba para algo corto, por más que Joseph Kosinski, aún de
celebración por la taquilla cosechada por Top Gun: Maverick, demuestra su buen hacer tras las cámaras y hace un más que
digno trabajo con un libreto bastante pobre y que va de más a menos,
volviéndose demasiado previsible y descafeinado a medida que avanza el
argumento.
Chris
Hemsworth, que parece cómodo trabajando para la plataforma de streaming, es el que más parece
disfrutar del invento, encarnando a un divertido (aunque oscuro) director de
una prisión futurista que acoge a sus recursos con todo tipo de lujos a cambio
de que acepten someterse a una serie de experimentos que, se supone, supondrán
grandes avances médicos. Entre ellos se encuentran Miles Teller y Jurnee Smollett,
componiendo una especie de triángulo actoral sobre los que versa toda la trama,
esforzados ellos dos en dar el aporte dramático son llegar a conseguirlo nunca,
todo por culpa, insisto, de las costuras que revela un guion algo perezoso.
Puede
que el ´ñunico sentido de la existencia de Spiderhead
es que sus características (pocos actores, espacios cerrados) inviten a pensar
en un rodaje propicio en época postpandémica, pero ello no quita que se sienta
como una oportunidad perdida ante lo que podría haber sido. No es nunca un
desastre total, ya que Kosinki se empeña en imprimir una tensión con lo poco
que le dan mientras que Hemsworth derrocha carisma casi sin querer, pero ello
no impide que la trama llegue a un punto en que se torna repetitiva y se roce
el aburrimiento.
En
resumen, una película que se deja ver, menos punzante en su vertiente de
denuncia social de lo que se presupone y que no da para mucho, manteniendo el
interés por su interesante planteamiento inicial y, sobre todo, su interesante
selección de canciones. Poco es, pero es lo que hay.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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