Tipos legales es una de
esas obras que merece más ser valorada por lo que transmite que por lo que es.
Y es que estamos ante una de esas ocasiones en que un grupo de amigos se juntan
para rodar algo juntos y pasárselo bien, consiguiendo traspasar su buen rollo
al otro lado de la pantalla y contagiando al propio espectador.
Dirigida con acierto pero
sin grandes alardes por Fisher Stevens, actor secundario que acomete aquí su
trabajo más importante como realizador hasta la fecha, Tipos Legales cuenta
como Val (Al Pacino), tras pasar los últimos años en prisión, sale en libertad y es acogido por Doc
(Christopher Walken), su mejor amigo, con quien compartirá piso pese a intuir
que tiene el encargo de asesinarlo. Juntos resultarán a Hirsch (Alan Arkin) del
asilo, con lo que la pandilla vuelve a estar completa y se lanzarán de cabeza a
lo que podría ser su última noche juntos.
Con una calculada mezcla
entre drama y comedia, las aventuras de
este pintoresco trio de jubilados por burdeles, restaurantes nocturnos, o
incluso rescatando a damas en apuros, es en realidad lo de menos, pues
cualquier excusa es buena con tal de ver juntos a estos tres monstruos de la
interpretación, tres grandes a los que
se les puede perdonar las carencias de una película con aroma tarantinesco que
compensan con su mera presencia, llenando constantemente la pantalla y
ofreciendo unos personajes creíbles y entrañables a los que vamos a olvidar
desde el principio su pasado delictivo.
Una reflexión sobre la
vida, la amistad, la lealtad y la familia en una reunión de amigos. No hay que
pedir más.
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