Una vez más quiero dedicar
la crítica de una película a los señores del CSI, a los que, como dice la
canción de Arjona, odio con todo el amor de mi vida, que la han puesto a caer
de un burro. La han repudiado por recordarles en espíritu a 2002, odisea en el espacio, estando a
años luz de esta, se han burlado de su final que recuerda al de Los últimos días (sí, seguro que como productor Tom Cruise no tiene
nada mejor que hacer que espiar a los hermanos Pastor para copiar sus guiones),
que si es moralista, que si le falta mensaje, que si el ritmo es lento, que si
Tom Cruise sale mucho, que si Morgan Freeman poco... ¡Basta ya! El problema se
resume en un concepto simple: es una peli de Tom Cruise, y ya se sabe que a Tom
Cruise hay que atizarle haga lo que haga, que es lo que se lleva, ya se
implique en papeles arriesgados como el de Rock
of ages o thrillers interesantes como Jack
Reacher.
En Oblivion interpreta a Jack, una especie de técnico de mantenimiento
que, con la única compañía de su mujer Victoria (Andrea Riseborough), se
encarga de supervisar a unos droides destinados a extraer los recursos
naturales de un planeta Tierra abandonado tras una guerra contra una raza
extraterrestre. Sin embargo, aún permanece un grupo de supervivientes
terrestres, encabezados por Beech (Morgan Freeman) y con Sykes (Nikolaj
Coster-Waldau, popular por Juego de
Tronos y visto también en Mamá)
que tratarán de tocar las narices a los técnicos.
Ciertamente, muchas son
las influencias que Joseph Kosinski (director y creador de la idea original) ha
recibido para Oblivion, desde el
concepto de una Tierra deshabitada mantenida por robots de Wall-e hasta la idea de los clones de Moon, pasando por el estilo intimista y reflexivo de la ya
mencionada 2001. Así que acepto una
falta de originalidad en este pastiche de clásicos, aunque al menos Kosinski no
se ha limitado a copiar sin más, sino que ha extraído lo mejor de cada idea y
hacerlas suyas, dándole una entidad
propia. ¿Acaso no es lo que siempre ha hecho Tarantino y por lo que todos le
hemos aplaudido? Así, Oblivion
propone una trama futurista reflexiva, cocinada a fuego lento, creándose en ese
nuevo mundo en que se ha convertido la Tierra tras la guerra y deleitándonos en
paisajes imposibles que apabullan visualmente y nos recuerdan que Kosinski fue
arquitecto antes que cineasta. Es entonces cuando aparece el personaje de Julia
(una Olga Kurylenko bastante mejor de lo habitual) y se plantea un misterio que
cambiará todo en lo que creíamos hasta ahora y entraremos en una nueva película
donde, ahora sí, la acción primará por
encima de todo. Hasta llegar a su desenlace final, tan terriblemente trágico
como a la vez optimista que, sin entrar en spoilers, solo diré que encontré
perfectamente lógico. Y a quien no le haya gustado es que, simplemente, no ha
sabido entender la película.
Cruise es aquí más
omnipresente que nunca, pero por una vez lo encuentro justificado, ya que solo
así se entiende la soledad que siente en un mundo desaparecido, una soledad que
ni siquiera Victoria puede mitigar.
En una época en la que
prevalecen las explosiones y la ciencia ficción parece que tenga que ser
sinónimo de oscuridad se agradecen películas como esta, que invitan a disfrutar de la experiencia de la
gran pantalla con una historia inteligente y un personaje bien definido. No
estará, eso es cierto, a la altura de los films en los que se inspira, pero ese
es el precio de codearse con los más grandes.
Oblivion
no será una obra maestra, pero si una magnífica
película. Le pese a quien le pese.
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