domingo, 14 de abril de 2013

OBLIVION (8d10)

Una vez más quiero dedicar la crítica de una película a los señores del CSI, a los que, como dice la canción de Arjona, odio con todo el amor de mi vida, que la han puesto a caer de un burro. La han repudiado por recordarles en espíritu a 2002, odisea en el espacio, estando a años luz de esta, se han burlado de su final que recuerda al de Los últimos días (sí,  seguro que como productor Tom Cruise no tiene nada mejor que hacer que espiar a los hermanos Pastor para copiar sus guiones), que si es moralista, que si le falta mensaje, que si el ritmo es lento, que si Tom Cruise sale mucho, que si Morgan Freeman poco... ¡Basta ya! El problema se resume en un concepto simple: es una peli de Tom Cruise, y ya se sabe que a Tom Cruise hay que atizarle haga lo que haga, que es lo que se lleva, ya se implique en papeles arriesgados como el de Rock of ages o thrillers interesantes como Jack Reacher.
En Oblivion interpreta a Jack, una especie de técnico de mantenimiento que, con la única compañía de su mujer Victoria (Andrea Riseborough), se encarga de supervisar a unos droides destinados a extraer los recursos naturales de un planeta Tierra abandonado tras una guerra contra una raza extraterrestre. Sin embargo, aún permanece un grupo de supervivientes terrestres, encabezados por Beech (Morgan Freeman) y con Sykes (Nikolaj Coster-Waldau, popular por Juego de Tronos y visto también en Mamá) que tratarán de tocar las narices a los técnicos.
Ciertamente, muchas son las influencias que Joseph Kosinski (director y creador de la idea original) ha recibido para Oblivion, desde el concepto de una Tierra deshabitada mantenida por robots de Wall-e hasta la idea de los clones de Moon, pasando por el estilo intimista y reflexivo de la ya mencionada 2001. Así que acepto una falta de originalidad en este pastiche de clásicos, aunque al menos Kosinski no se ha limitado a copiar sin más, sino que ha extraído lo mejor de cada idea y hacerlas suyas,  dándole una entidad propia. ¿Acaso no es lo que siempre ha hecho Tarantino y por lo que todos le hemos aplaudido? Así, Oblivion propone una trama futurista reflexiva, cocinada a fuego lento, creándose en ese nuevo mundo en que se ha convertido la Tierra tras la guerra y deleitándonos en paisajes imposibles que apabullan visualmente y nos recuerdan que Kosinski fue arquitecto antes que cineasta. Es entonces cuando aparece el personaje de Julia (una Olga Kurylenko bastante mejor de lo habitual) y se plantea un misterio que cambiará todo en lo que creíamos hasta ahora y entraremos en una nueva película donde, ahora sí,  la acción primará por encima de todo. Hasta llegar a su desenlace final, tan terriblemente trágico como a la vez optimista que, sin entrar en spoilers, solo diré que encontré perfectamente lógico. Y a quien no le haya gustado es que, simplemente, no ha sabido entender la película.
Cruise es aquí más omnipresente que nunca, pero por una vez lo encuentro justificado, ya que solo así se entiende la soledad que siente en un mundo desaparecido, una soledad que ni siquiera Victoria puede mitigar.
En una época en la que prevalecen las explosiones y la ciencia ficción parece que tenga que ser sinónimo de oscuridad se agradecen películas como esta,  que invitan a disfrutar de la experiencia de la gran pantalla con una historia inteligente y un personaje bien definido. No estará, eso es cierto, a la altura de los films en los que se inspira, pero ese es el precio de codearse con los más grandes.

Oblivion no será una obra maestra,  pero si una magnífica película. Le pese a quien le pese.

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