Da
la sensación de que en Dramworks han perdido un poco la chispa. Quizá demasiado
acomodados en machacar sus franquicias más exitosas hasta agotarlas, léase Shreck, Madagascar y Kung Fu Panda,
ahora les cuesta crear productos verdaderamente originales.
Y
no es que Trolls sea una mala
película, pero mientras uno la ve no puede evitar acordarse de todo aquello en
lo que se inspira o copia, además de que para mi gusto se abusa bastante de las
canciones.
Trolls nos presenta a estos pequeños seres que nada tienen que ver con los
monstruos que trataban de comerse a los gnomos en aquella serie de televisión o
a las impresionantes bestias (aunque no muy listas, eso sí) que se ven en películas
como El Señor de los Anillos y Harry Potter, sino que están más
inspirados en los juguetes creados por Thomas Dam, con sus ojos saltones y sus
largas cabelleras de colores. Aquí los villanos de la historia son los Bergens,
que los persiguen para comérselos en una fiesta ritual anual.
Los
trolls de esta película son divertidos y les encantan las fiestas, y aquí uno
ya empieza a ver una copia de Los Pitufos
de Peyo. Al fin y al cabo, algo así intentaron hacer ya los de Dreamworks en Home, hogar dulce hogar (aunque al fin y al cabo, de eso iban más o menos Los Minioms). Y los Bergens no
dejan de ser una variante del brujo Gargamel.
Se
supone que los trolls producen la felicidad, y es por eso que son tan codiciados,
para que los Bergens puedan saber así lo que es ser feliz. Excepto uno de
ellos, de color gris, que es el triste y pesimista. Y entonces viene a la mente
Tristeza, de Del Revés.
La
historia no puede ser más sencilla, una trama muy infantil que pretende ensalzar
el valor de la amistad y la lealtad y que se supone que explora los orígenes de
la felicidad, pero lo que realmente importa es el aspecto visual de la misma. A
diferencia de Ozzy, que aparte de
aburrida es visualmente floja, Trolls
es un espectáculo de luz y color, un empacho casi psicotrópico que puede llegar
a empalagar en su exceso, pero que al menos provocará el entusiasmo de los más
pequeños, que se lo pasarán en grande con las payasadas de estos seres en sus
diferentes variantes.
El
problema que tengo con esta película está en el apartado musical. Soy un gran
defensor de los musicales, pero no en el terreno de la animación, donde ya he
comentado alguna vez la dudosa calidad de su versión en español. En versión
original se ha reunido a un competente reparto de estrellas del pop que pueden
hacer la cinta más digerible, pero que en su versión doblada se hace muy dura
de aguantar hasta el final. No es cuestión de criticar a unos grandes
profesionales del doblaje que hacen su trabajo lo mejor que pueden, pero entre
escuchar canciones de Anna Kendrick (que se ha convertido en una especialista
en musicales), Justin Timberlake, Russell Brand, Gwen Stefany o Zooey Deschanel
o de Paula Ribó, Ivan Labanda, Luis Posada, etc. pues hay mucha diferencia, la
verdad.
En
fin, orgía visual de las que empachan e historia cogida con pinzas cargada de
tópicos que hará las delicias de los más pequeños con tanto color y
cancioncita. Para los adultos ya es otra cosa.
Valoración:
cinco sobre diez.
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