En
muchas ocasiones, por desgracia en demasiadas, la realidad supera a la ficción.
Este es más o menos el caso de Marea Negra, la última película de Peter Berg, que describe el desastre ecológico
más importante hasta la fecha en la historia de los Estados Unidos.
Diseñada
como si de un film fantástico de catástrofes al uso se tratase, Berg sabe medir
con temple el ritmo de la historia presentando con calma a los personajes que a
la postre van a ser los héroes de la historia sin que ello signifique
enfrentarnos a una mitad inicial aburrida. Al contrario, la sensación de
amenaza latente que esos planos marinos producen hacen que el interés por los
protagonistas (a los cuales tampoco vamos a conocer más de lo necesario, ni
falta que hace) sea suficiente justificación para esperar con ansia y temor la catástrofe
que está punto de suceder.
Marea Negra describe con impactante eficacia el incidente que
tuvo lugar en 2010 en la torre petrolífera DeepWater Horizon, que provocó
diversas muertes (no entraré en detalle para no caer en el spoiler, aunque hay
que recordar que se trata de un caso real) y un catastrófico vertido de en el
golfo de México durante más de ochenta días. No es, como pudiera parecer, un
film de denuncia contra las petroleras en general (de hecho, la despedida de
“tierra firme” se produce con una serie de imágenes que recuerdan lo
fundamental que es el fuel para nuestras vidas a día de hoy), sino más bien contra
la avaricia individual, donde los intereses de unos pocos invitan a tomar
riesgos aun a costa de unos muchos.
Pese
a todo, la denuncia simplemente está ahí, de telón de fondo, dejando que el
protagonismo se lo lleve la acción y la espectacularidad de las escenas de
explosiones y derrumbes, demostrando que Berg es un virtuoso con la cámara y
donde, como ya hiciera en El único superviviente, juegue tanto con la imagen como con el sonido, creando una
atmósfera opresiva y angustiante que puede recordar en ciertos momentos al Titanic de James Cameron.
Esta
es, como la reciente Sully, una
película que mantiene sus influencias post 11S, lo cual hace que la presencia
rápida y eficaz de los equipos de rescate queden bien retratados. Pero, por
encima de todo, es una película de héroes, de tipos corrientes, con sus
familias y sus temores, que luchan por la supervivencia así como por la de los
demás. Y para un personaje como este, el héroe corriente, nadie mejor que Mark Wahlberg, que ya ha interpretado personajes
similares en títulos como Transformerso El Incidente, y buen amigo del
director, con quien ya colaboró en El
único superviviente y con quien repetirá en breve en Día de Patriotas. Junto a él, la magnífica veteranía de un grande,
Kurt Russell, que tras el aparente retorno a la popularidad que le supuso Los odiosos ocho parece dispuesto a
vivir una segunda juventud hollywoodiana y el también inmenso John Malkovich,
trío de auténtico lujo a los que acompañan Kate Hudson (curiosamente hijastra
de Russell en la vida real), Gina Rodríguez, Dylan O’Brien y Brad Leland entre
otros.
Trepidante
película que da forma a un auténtico infierno donde quizá no se señala lo
suficiente a los malos de la película (la empresa BP tuvo que pagar una de las
multas más altas de la historia por lo sucedido) y que sirve como bonito
homenaje a los que allí perdieron la vida, más allá de si la historia de los
supervivientes refleja al detalle la realidad de lo que sucedió o es una
adaptación demasiado libre.
Valoración:
Siete sobre diez.
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