Una de las películas mejor valoradas del año pasado fue la intimista A Ghost History, de David Lowery, con Casey Affleck y Rooney Mara. Ahora, director y actor vuelven a colaborar juntos en The old man & the gun, una conmovedora historia de atracos que sigue el mismo camino que la mencionada película de fantasmas y que será recordada por ser la despedida como actor de un grande como Robert Redford.
No podía tener mejor epílogo la carrera del actor (que ya había estado a las órdenes de Lowery en Peter y el dragón) que este título que parece filmado con una exquisitez propia de hace varias décadas, como si con ella Redford regresara a la época que vio sus mejores trabajos. La historia, con un tono crepuscular pero alejado del ruido visual de otros films del estilo como Sin perdón o Logan, gira alrededor de Forrest Tucker, un hombre que ha pasado su vida atracando bancos, pero siempre con un estilo y una elegancia dignas del Johnny Hooker de El golpe. Con un buen nombre de ilustres veteranos rodeando a Redford (ahí están Sissy Spacek, Danny Glover o Tom Waits), la película es una especie de juego del gato y el ratón entre un policía empeñado en desarticular esta peculiar banda de atracadores de la tercera edad y el protagonista (inspirado en un personaje real), que podría evocar a la excelente Comanchería. Sin embargo, de la mano de Lowery, el film se aleja del previsible tono de thriller para ser una obra plenamente intimista, cargada de miradas y silencios, un resumen de lo que ha sido Robert Redford en el mundo del cine y que compone, al film, la mejor despedida para un grande.
Muchos actores se despiden de la interpretación a la fuerza, siendo su última aportación una película más dentro de una extensa filmografía. En el caso de Redford, este es un adiós inteligentemente buscado, una película que pese a su condición de pequeña, casi indie, rezuma grandeza por todas partes, siendo a la vez un catálogo de emociones y una carta de amor. Tantas son las virtudes de este film, que insisto, parece sacado de otra época, que la única pega es que esa condición de despedida pueda empañar el resto de sus méritos, como los momentos que comparten Redford y Spacek o el trabajo interpretativo de un Affleck al que poco parece importarle su actual condición de maldito.
The old man & the gun (otro título cuya falta de traducción al español es un misterio) es más que una historia sobre un atracador: es la imagen de Redford a caballo recortado por el sol, es su sonrisa pícara mientras consuela a la cajera durante el robo, es la imagen de un Gatsby cargado en años y sabiduría, es la huida hacia delante de su Sundace Kid, y esto por no mencionar ese flashback que rememora el pasado del protagonista a la vez que rememora el pasado del actor, o ese juego metalingüístico del hombre que no ha sabido renunciar a lo que mejor se le daba (atracar y escapar de la cárcel en un caso, hacer cine con mayúsculas en el otro).
Definitivamente, todo tiene un final. Y el de Redford, como el del Forrest Tucker, viene acompañado de una sonrisa.
Valoración: Ocho sobre diez.
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