Dentro del género de la comedia existe una ramificación que a mi me gusta llamar “comedia de llorar”, es decir, esas historias cargadas de chistes y gracietas pero que al final rocían al espectador con una empalagosa dosis de sentimentalidad que buscan conmover más que divertir abusando, generalmente, de un buenrollismo disfrazado de falsa realidad.
Familia al instante se inspira en historias reales para adentrarse en el mundo de las familias de acogida siguiendo las peripecias de un matrimonio que, dudosos sobre si deberían tener hijos propios debido a su edad, deciden acoger a un niño, terminando con un lote conformado por tres hermanos, para descubrir que el mundo de la paternidad no es el camino de rosas que ellos imaginaban.
Más allá de ser esta una comedia sobre la paternidad, hay un momento en que deriva hacia el debate entre el conflicto entre padres (solamente madre en este caso) biológicos y padres “postizos”, algo que podría recordar, por ejemplo, a la película española Marsella, aunque mientras aquella era un drama centrado en los diferentes puntos de vista entre las dos madres, invitando a la reflexión y el debate sobre quien debe tener la custodia de un hijo, aquí el tema es una simple excusa para apretar un poco el corazoncito de los espectadores y desembocar en un final que se adivina desde el primer minuto y que redunda en la condición de comedia ligera y muy blanca que es de lo que en realidad se trata.
Teniendo claro, pues, que no estamos ante una película de gran profundidad (a habidas cuentas el director es Sean Anders, responsable de títulos como Como acabar sin tu jefe 2 y Padres por desigual y su secuela), podemos conformarnos con una comedia simpática, bienintencionada y que funciona gracias a la potenciación de la vis cómica de Mark Wahlberg (la aportación del personaje de Rose Byrne me parece lo más flojo del film) y la simpatía que puedan llegar a despertar en el espectador los tres hermanos acogidos.
Es previsible, irreal y empalagosa, pero efectiva y cumplidora con sus aspiraciones, fiel a una fórmula casi matemática de hacer cine y que con ver el tráiler ya casi es suficiente para desgranar todo lo que hay en su fondo.
Valoración: Seis sobre diez.
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