miércoles, 16 de febrero de 2022

Visto en Netflix: EL TIMADOR DE TINDER

Vivimos una época extraña donde las relaciones sociales son virtuales y es más fácil conocer a alguien online que en persona. Los amigos los tenemos en Facebook, los currículos en LinkedIn y se liga a través de Tinder. Esto es así.

Y es precisamente esa impersonalización de las relaciones o que permite desbocar la imaginación de los estafadores. Timos siempre ha habido, no ha sido falta que existieras Internet para eso, pero la facilidad de ahora de crear una vida falsa es pasmosa, y eso lo descubrieron un buen número de mujeres a finales de la pasada década.

Simon Leviev es un tipo que, a base de camelarse mujeres y sacarles el dinero, se ha convertido en un multimillonario. Un falso multimillonario, en realidad, pero la vida que se pegaba sí era bien real. Leviev no era, además, el granuja hollywoodiense con el que es fácil simpatizar, el simpático pícaro que desplumaba millonetis confiadas. Él era un carroñero que seducía a pobres incautas a las que, fingiendo estar en graves apuros (pero momentáneos, eso sí), las convencía para que se hipotecaran y llenaran de deudas hasta el cuello para conseguir mantener su estatus social.

Netflix estrena un interesante documental sobre este tipejo llamado El timador de Tinder, basándose, sobre todo, en tres de sus víctimas, Cecilie Fjellhøy, Pernilla Sjöholm y Ayleen Charlotte, esta última logrando dar la vuelta a la tortilla. Pese a ser un documento fidedigno con la realidad (aunque Leviev, a quien se invitó a dar su versión de los hechos, no esté de acuerdo) y estar centrado en declaraciones de las tres implicadas a cámara, la directora Felicity Morris se las apaña para dotar a la película de un gran dinamismo, tanto con las escenas ficcionadas como con breves injertos de películas que dotan de sentido de la ironía  a su historia. Tal y como se cuenta todo, uno se queda con las ganas de ver una película de ficción con estos personajes, quizá con DiCaprio en el papel de Leviev y Scorsese en la silla de director. Soñar es gratis.

Aunque a nivel general no me gusta que un realizador se implique emocionalmente en su trabajo, tomando un partido que debería dejar en manos del espectador, Moris acierta en incidir en dos detalles secundarios pero no menos importantes centrados en la figura de Leviev como villano de la función. Por un lado, que no es Tinder (ni las redes sociales por extensión) el culpable de todo esto (de hecho, Fjellhøy insiste en cómo ha continuado usando la aplicación de citas pese a su mala experiencia) y por otro que tampoco lo son ellas. Es muy sencillo culpar a las víctimas, y si bien se les puede acusar de pecar de ingenuas, que los trolls de Internet estén siempre acechando para saltar a la yugular no dice nada bueno de ellos mismos.

En resumen, un interesante documento que funciona como divertimento tanto como informativo y que logra enganchar como i de una obra de ficción  se tratase. Muy recomendable.

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