Una de las cosas que más me desconcierta de la serie de La mujer de la casa de enfrente de la chica en la ventana (además de su título) es su tono. Dividida en ocho episodios que no llegan a la media hora de duración, la premisa es tan típica como las obras a las que referencia el título: una mujer con problemas personales presencia (o cree presenciar) un asesinato desde su ventana. Más o menos lo que contaba, a su manera, La chica del tren, La mujer en la ventana , Los Voyeurs, etc. todas derivadas de La ventana indiscreta, por supuesto.
Esto
hace pensar que estamos ante una especie de parodia de las mismas, más contando
con Kristen Bell (recién salida de The
good place) como protagonista. Sin embargo, el primer episodio tiene una
carga dramática tan fuerte que no solo nos quita esa idea sino que, más por
desánimo que por problemas de calidad, invita a abandonar la serie desde el
primer momento. Luego, las cosas se empiezan a complicar y nos encontramos con
una serie de intriga tal y como las películas antes mencionadas, donde nada es
lo que parece y nos hacen dudar sobre si el asesinato que la protagonista ha
presenciado es real o fruto de su imaginación (tras una fuerte depresión mezcla
alegremente pastillas y vino). Sin embargo, en ciertos momentos los personajes
hacen cosas tan extremas y absurdas que de nuevo nos preguntamos si no
estaremos efectivamente ante una comedia muy negra y muy enmascarada.
Como
sea, la serie consigue ser tremendamente adictiva, gracias sobre todo a unos
potentes cliffhangers que obligan a
la maratón, y Bell consiguen una vez más enamorarnos a la vez que la odiamos un
poquito. No es que su interpretación diste mucho de lo que nos tiene
acostumbrados hasta ahora, pero cumple perfectamente con lo que la serie le
pide.
Con
un salvajismo muy insano y bastante mala baba, la historia funciona como un
tiro y, pese a lo rocambolesco de los giros, se cierra de forma muy
satisfactoria (mucho mejor que Todos mienten, con la que guarda ciertas
similitudes), sobrando quizá ese largo epílogo que no sé si tomármelo como un
chiste final o si es la carta de presentación a suna segunda temporada.
En
resumen, un muy buen producto, desconcertante pero que te atrapa una vez
superado el escollo del primer episodio, aunque quizá se le habría agradecido
un poquito más de locura y un humor más abierto.
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