Resulta
complicado tratar de valorar con imparcialidad una película como esta, ya que
hay tres elementos fundamentales en ella que según la influencia que le
reconozcamos hará que aumente o disminuya su percepción.
Por
un lado (y esto debería ser lo más lógico y fundamental) podemos tratarla
simplemente como lo que es: una peli de acción y entretenimiento de las que se
podría considerar como simplemente palomitera. Por otro lado se puede tener en
cuenta que es una adaptación de un comic y como tal puntuar la fidelidad que
tiene con el mismo y con su espíritu (y en ello no me entretendré demasiado, pues
personalmente nunca he sido un gran seguidor de los mutantes). Y finalmente se
le puede considerar como el cierre de una saga en la que su director, Bryan
Singer, se ha empeñado en tapar grietas y agujeros con más o menos fortuna.
Se
mire como se mire, X-men: Días del futuro
pasado es una entretenidísima película con momentos impactantes y
suficiente carga emocional para contentar a los más exigentes, aunque se le
echa en falta un poco de chispa, un punto de pasión que termine por emocionar a
todos aquellos que no vamos a jadear cada vez que hay un guiño o referencia que
no va dirigido a nosotros, los “no muties”. Así, aunque no sea amigo de las
comparaciones, teniendo en cuenta las grandes apuestas de género super heroico
en lo que va de año, podríamos decir que está por encima de The Amazing Spider-man 2: el poder de
Electro pero que no alcanza a El Capitán América: El Soldado de Invierno.
Pero
hagamos un poco de historia: Bryan Singer fue el artífice, allá por los lejanos
2000 y 2003, de resucitar las pelis de superhéroes con X-men y X-men 2, poniendo
de moda el mundo de los comics tras los últimos fiascos en adaptaciones que
hacían pensar que el Superman de
Donner y el Batman de Burton eran
excepciones que confirmaban que cine y comics no casaban bien (luego ya
vendrían los pelotazos del Spiderman
de Raimi, El Caballero Oscuro de
Nolan y el exitoso experimento de Universo Cinemático de Marvel) aunque tras
producir X-men Origenes: Lobezno tuvo
que abandonar el barco mutante cuando la Fox no quiso esperar a que terminara Superman Returns para realizar la
tercera parte de la saga, siendo sustituido por Brett Ratner . Viendo que la
acogida de estas dos películas no fue especialmente buena (y lo mismo se podría
decir de la carrera de Singer por su cuenta), la Fox y el director parecían
condenados a reencontrarse.
A punto estuvieron con X-men: Primera generación, que de nuevo los problemas de agenda
(esta vez por culpa de Jack Cazagigantes)
dejaron fuera del barco al director neoyorquino en favor de Matthew Vaughn, y que supuso un soplo de aire
fresco a la saga que en taquilla, sin embargo, no terminaba de remontar el
vuelo, como terminó de confirmar la secuela de X-men orígenes: Lobezno (Lobezno Inmortal). Así, parecía el momento
propicio para que Singer y Fox volviesen a unir fuerzas en busca de la película
definitiva o el fracaso más absoluto. Hacía ya catorce años de aquel primer
equipo de superhéroes mutantes que asombró al mundo y quedaba por en medio todo
un camino de decisiones precipitadas, guiones irregulares y muertos mal
enterrados.
Por
eso, con Singer de nuevo a los mandos de los mutantes de Marvel, lo primero que
se hizo es construir un gigantesco puzle donde no sólo se reuniese a lo mejor
de los dos films de Singer con lo del de Vaughn sino que en lugar de correr un
tupido velo sobre las decepciones que supusieron X-men: La decisión final y los dos Lobeznos (tal y como el propio director había hecho con su también
fallido Superman returns, para la que
había ignorado totalmente la existencia de Superman
3 y 4) se tratara de explicar y/o
arreglar todos los desaguisados de tales films.
Un
poco siguiendo la estela del Star Trek
de Abrams, Singer logra reinventar la saga con una película que es a la vez
reboot, secuela y precuela, usando el truco de los viajes en el tiempo y con la
historia creada por Chris Claremont como base principal (curiosamente una
historia en la que el propio Cameron confesó haberse inspirado para su Terminator, película a la que hay un
guiño en la propia X-men: Dias del futuro
pasado).
Estamos
en el futuro, un futuro oscuro ya anunciado por el profesor Xavier y Magneto en
el prólogo final de Lobezno Inmortal.
Tras una cruel guerra que ha diezmado a la raza mutante la humanidad entera
está en peligro y la única esperanza es que los X-men supervivientes (los que
quedan de la trilogía original más alguna nueva incorporación) envíen la
conciencia de Lobezno al Lobezno de hace cincuenta años para, con la ayuda de
la versión joven de los mutantes vistos en X-men:
Primera generación tratar de cambiar los acontecimientos que terminarán
desembocando en la guerra contra los mutantes.
Con
un planteamiento que de entrada puede resultar confuso, la película transita
entre pasado y futuro con dos generaciones de X-men luchando por su propia
supervivencia pero entre los que sobresale el trío protagonista que ya brillara
en la versión de Vaughn, es decir, los personajes interpretados por Michael
Fassbender, James McAvoy y Jennifer Lawrence, con un Hugh Jackman que termina
siendo menos omnipresente de lo que inicialmente nos pudiésemos temer (lo cual
es de agradecer, Fox tiene que convencerse de que hay vida más allá de Lobezno)
y una absolutamente genial presentación de Mercurio (mutante al que también
veremos, aunque interpretado por otro actor, en Los Vengadores: La era de Ultrón), que roba protagonismo a todos
los que le rodean durante unos minutos brillantes pero que después desaparece
para que el peso de la acción y el drama recupere a sus protagonistas.
Uno
de los grandes méritos de esta nueva incursión de los X-men en el cine es el
conseguir mantener a todos los actores del elenco principal cuyos rostros
estarán por siempre ligados a los personajes y aumentar aún más el nivel
interpretativo con la apuesta de Peter Dinklage (el maquiavélico Tyrion
Lannister de Juego de Tronos) como el
villano de la función, que junto a Evan Peters como el mencionado Mercurio y
Omar Sy (quizá uno de los actores más desaprovechados del gran reparto coral)
como Bishop es una de las nuevas caras de la saga.
Supongo
que hay que concederle un punto de fortuna a una franquicia que en su momento
apostó por rostros bastante desconocidos como fueron Hugh Jackman o Halle Berry
que luego se convirtieron en grandes estrellas y volvieron a acertar en el
reboot con Fassbender, McCavoy y Lawrence, consiguiendo así que al juntarlos
todos y sumar a los veteranos Patrick Stewart y Ian McKellen a la ecuación nos encontremos
con uno de los repartos más impresionantes de todos los tiempos (sumemos las
apariciones más o menos relevantes de Nicholas Hoult, Anna Paquin o Ellen Page
más alguna sorpresita que no voy a revelar).
Con
todos estos componentes resultaba casi imposible que Singer hiciera una
película mala, en la que solo debe preocuparse por acertar en el ritmo
narrativo y establecer con claridad las preferencias entre las dos líneas
temporales, consiguiendo acertar en ello y poner el broche de oro a una franquicia
que le pertenece por méritos propios (aunque no hay que restarle méritos ni
obviar la influencia que ha ejercido Vaughn en la misma).
X-men: Días del futuro pasado es, en resumen, un gran fin de fiesta, una película
donde confluyen todos los afluentes que parecían perderse a lo largo de las
seis películas anteriores y que establece un punto y aparte en el mundo mutante
marvelita. No es la última película que veremos del grupo (ya están anunciadas
una tercera de Lobezno y X-men:
Apocalipsis), pero la creación de diferentes líneas temporales que se
producen a lo largo del film (los que en su día no se aclararon con la trilogía
de Regreso al futuro aquí lo van a
flipar) permite que los fans más acérrimos disfruten de una despedida/homenaje
de toda una generación a la par que deja claro quién dirigirá el cotarro a
partir de ahora, con Jennifer Lawrence como gran estrella, James McCavoy con un
papel que le permite lucirse y un Fassbender que quizá sea de lo más flojito
del film, como si no terminara de estar demasiado interesado en la historia.
Centinelas,
una buena recreación de los 70’ y muchos mutantes para una peripecia narrativa
a la que tuvieron que eliminar una subtrama entera para no liar más la cosa y
que hará que su aparición en DVD en una hipotética versión extendida sea muy
apetecible.
Los
mutantes han vuelto. Y es para quedarse.
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