Tras el éxito que en el pasado ha tenido Netflix con las adaptaciones de comics, y visto los buenos resultados de sus productos de espada y brujería al estilo The Witcher (o, incluso, Des Encanto), la posibilidad de aunar ambos géneros en uno parecía una apuesta segura.
Así,
Maldita es la adaptación de un comic de corte artúrico en el que se
reinventa el mito de la legendaria Excalibur y se explica la historia de la
Dama del lago y de cómo Nimue llegó a convertirse en ella.
Pese
a no haber podido leer el comic todavía, no dudo de lo fiel que la adaptación
pueda ser al mismo, dado que sus dos máximos responsables están vinculados a la
producción de Netflix, Frank Miller como productor y Tom Wheeler como
showrunner. Sin embargo, el principal foco de atención recae en sus
protagonistas, en especial en Katherine Langford y Gustaf Skarsgård, que
parecen obligados a luchar constantemente contra el peso de sus
interpretaciones anteriores. Por parte de Langford, que no tarda en hacerse dueña
y señora de la serie, es evidente que consigue que uno se olvide de inmediato
de la Hannah de Por 13 razones con la que saltó a la fama, mientras que Skarsgård
lo tiene un poco más complicado para no comparar constantemente su Melín con el
Loki de la serie Vikingos. No obstante, ambos elevan el nivel de la
serie y hacen olvidar interpretaciones más pobres, en especial la de un Devon
Terrell algo perdido en su papel de un Arturo muy iniciático.
Cabe
decir que aquellos que sean muy amantes de las leyendas artúricas y quieran ver
aquí poco menos que una precuela de Excalibur (que a día de hoy sigue
siendo la mejor aproximación al mito que se ha hecho en cine, y eso que el film
de John Boorman está cerca de cumplir los cuarenta años), tomándose muchas
licencias en cuanto a los orígenes y relaciones entre personajes, pero esa es
una de las ventajas cuando se juega con personajes mitológicos de tan diversa
historia. Hay que recordar que no hay una obra original sobre el Rey Arturo y
los caballeros de la mesa redonda, sino que todo parte de diversas leyendas y
poemas, muchas de ellas contradictorias entre sí.
Lo
que no se le puede negar es una producción de nivel, muy por encima de la de The
Witcher, con la que comparte no pocas semejanzas, y aunque haya algunas
limitaciones que obligan a abusar en ciertos momentos de las escenas oscuras,
en ningún momento hay nada que rechine o que invite al ridículo. Al fin y al
cabo, hay momentos en los que parece querer jugar a ser Juego de Tronos
con un presupuesto muy inferior.
Puede
decepcionar que no todo quede solucionado en una temporada, algo que le habría
ido muy bien dado el inevitable desenlace al que está condenada, pero tener que
aguardar a una segunda temporada es un peaje que se puede pagar con gusto si la
apuesta sigue siendo igual de válida e interesante.
No
estamos ante la serie del año ni se puede hablar de obra maestra, pero es sin
duda una producción muy interesante en la que ha sabido apostar por un punto de
vista adulto, sin escatimar en sangre y violencia, evitando caer en la
tentación de perderse en tramas juveniles y amoríos estériles que no habrían
hecho sino entorpecer la historia.
Y
mención aparte merecen, por cierto, las animaciones que sirven de transición entre
secuencias que conectan directamente con los libros en los que se basa.
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