jueves, 24 de septiembre de 2020

Visto en Netflix: #VIVO

En el peor momento de la pandemia (mejorando lo presente), con casi todo el mundo encerrados en sus casas, se me ocurrió escribir un relato para compartir por las redes y poner mi granito de arena para aliviar el tedio de los presentes. 

La historia, que funcionaba a modo de spin off de Mundo Muerto, planteaba el confinamiento desde la perspectiva del apocalipsis zombi descrito en mi novela.

Casualidades de la vida, algo parecido es lo que propone #vivo, que sigue los pasos de un youtuber de Seúl tratando de sobrevivir a la epidemia desde la soledad de su apartamento.

Sirviendo como aperitivo a la llegada de Península, la esperada secuela de Tren a Busan (de la que, por cierto, no me llegan sensaciones demasiado positivas), la película es en realidad un remake conceptual de una propuesta americana. Sirviendo el guion como inspiración, se da la curiosidad de que la producción coreana ha sido más veloz que la original, estrenándose antes y logrando, gracia a su presencia en Netflix, una visibilidad mayor de lo habitual en una adaptación de estas características.

Tampoco es que importe mucho. Más allá de su planteamiento inicial, la historia tiene muy poco de original, cayendo en unos esquemas demasiado comunes y provocando al espectador cierta sensación de déjà vu algo molesta.

Por otro lado, casi todo el peso de la narrativa cae en su único protagonista (que me cuentan que es más o menos famosillo en su tierra), sin lograr transmitir demasiado y fracasando en el intento de hacerse querer lo suficiente. Por eso, una de las grandes contradicciones de la película es que cuando entra en escena, bien avanzada la trama, otro personaje importante el film gana en ritmo, pero pierde en originalidad.

Sin embargo, es su detalle técnico y la extraña lógica interna de la película lo que más me ha impedido disfrutar de ella. Quizá sea problema mío, por ser muy quisquilloso y fijarme en lo que no debo, pero mientras el maquillaje y la composición de los muertos está muy lograda (siempre siguiendo el lenguaje propio del cine coreano, que el k-zombie es casi un género en sí mismo) me desesperan escenas como la de un Seúl nocturno el vigésimo día de apocalipsis con coches circulando como si nada o el hecho de que se caiga Internet y se queden sin agua pero no haya problemas de luz (quizá sean edificios sostenibles, pero en tal caso sería necesaria una explicación mínima). Tampoco es que las acciones del protagonista me parezcan demasiado coherentes.

En resumidas cuentas, película entretenidilla, con ciertos momentos de intriga bien llevada, pero que no aporta nada nuevo al género y flojea en esa presunta crítica hacia la dependencia virtual que parece querer proponer. Sirve para pasar el rato, pero no ofrece mucho más.

 

Valoración: Cinco sobre diez.

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