Aunque
ya hablé de ella con referencia al Festival de cine de Sitges, su estreno ha
llegado tras el cambio de año, y puesto que me he animado a regresar al cine
para verla por segunda vez creo que merece una nueva entrada para que el comentario
no quede perdido en el limbo de la red.
Train to Busan es una especie de secuela de la película de animación
Seoul Station, ambas dirigidas por Sang-ho Yeon, en la que se planteaba un
apocalipsis zombie desde el punto de vista coreano. En la película, seguimos las
andanzas de un ejecutivo y su hija en el trayecto desde Seúl hasta Busan en un
tren de alta velocidad, desplazamiento durante el cual se desata la epidemia y
se extiende el terror.
Este
planteamiento podría recordarnos a la magnífica Snowpiercer, de Joon-ho Bong, pero Sang-ho Yeon rehúye de la
opresión claustrofóbica de aquella permitiendo a los personajes salir por
breves espacios de tiempo del tren, aunque este sea siempre el elemento
determinante del film y única esperanza para llegar a la supuesta salvación que
representa Busan. Por eso, uno de los mayores aciertos de Sang-ho Yeon es
planificar la película más como si de un título de catástrofes se tratase que
como un film de terror, permitiendo así presentarnos a toda una serie de
personajes que deberán enfrentarse juntos a la amenaza y definiéndolos
perfectamente con un par de pinceladas.
Considerándome
un gran aficionado (que no amante) al género de zombies, Train to Busan ha entrado directamente a mi top five, aun sin ser
una película verdaderamente aterradora. Tiene sus sustos, claro, pero Sang-ho
Yeon prefiere destacar la acción y la espectacularidad, sin renunciar al drama
gracias a esa buena construcción de personajes que he comentado antes. Así, en Train to Busan la muerte, más que
temerse, duele, y la mezcla entre el drama y el cachondeo es como una montaña
rusa adrenalítica.
Sang-ho
Yeon no se esconde, y no busca reinventar el género ni aportar nada novedoso.
En Train to Busan se encuentran todos
los tópicos y contiene muchas escenas que nos pueden recordar a otras
películas, pero lo que cuenta es lo inteligentemente planificada y lo bien
hecha que está. Con este collage de ideas, la película es todo lo que una buena
película de zombies debería ser, y consigue llegar hasta puntos donde series
tan sobrevaloradas como The Walking Dead
aspira a alcanzar sin conseguirlo nunca. Aquí, los zombies son una verdadera
amenaza, asesinos implacables y despiadados, pero ello no impide que Sang-ho
Yeon haga un análisis a la propia esencia del ser humano y que algunos vivos
puedan ser tan aterradores o más como los muertos vivientes. Me parece
significativo, por ejemplo, que con todo lo que está pasando alrededor, las
primeras lágrimas de la niña protagonista se produzcan ante el comportamiento
de ciertos vivos, verdadero mensaje del egoísmo que algunos pueden disfrazar de
instinto de supervivencia. Por otro lado, en el extremo opuesto, tenemos al
padre protagonista, que gracias a la amenaza zombie hará un viaje inverso y
aprenderá el valor del sacrificio y la amistad.
Train to Busan contiene sangre, mucha y muy exagerada. Es violenta y
salvaje. Pero también es desternillante en muchos momentos. Emocionante.
Intensa. Dramática y emotiva. Y juguetea un poco con la denuncia social. Train to Busan es un espectáculo con mayúsculas
no solo recomendable a los seguidores del cine de zombies, sino a todo aquel
que quiera disfrutar de una buena película de acción y drama que, además,
invita a la reflexión.
Y
contiene, además, varias escenas que merecen, por derecho propio, convertirse
en iconos de la cultura popular.
Valoración:
Ocho sobre diez.
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