martes, 10 de enero de 2017

MONSTER TRUCKS, la primera tontería del año

Ante todo, si hay que reconocerle algo a esta película es su sinceridad: el primer poster era espantoso, el tráiler era horrible, así que… ¿de verdad se podía esperar algo bueno de este pastiche?
Monster Trucks nace con el deseo de imitar/homenajear el cine juvenil de los ochenta, esa época tan añorada y que tan bien sabía reflejar la serie de Netflix Stranger Things. Un estilo de cine se puede resumir con la filmografía de aquella época de la Amblin, esa fábrica de sueños creada por Spielberg y compañía. Monster Trucks parte con todos los tópicos necesarios: chaval inadaptado y sin demasiados amigos, un pueblo tranquilo, una familia desestructurada, unos villanos representantes de una gran corporación, una familia desestructurada, la chica guapa que termina enamorándose del héroe, el nuevo novio de la madre (que además es el sheriff del pueblo). Todo está ahí. Y luego, por supuesto, algún bichejo graciosete, ya sea extraterrestre, místico, fantasmagórico o, como en este caso, de origen prehistórico (o algo así, tampoco se molestan mucho en explicarlo).
Lo malo es que Chris Wedge, director centrado hasta ahora en la animación, no sabe muy bien qué hacer con todos estos elementos y el resultado es una tontería descomunal, una historia absurda y ridículamente infantil de la que es difícil salvar nada. Por haber, no hay ni siquiera una mínima presentación del monstrete de turno con algo de pasión, con alguna gotita de terror (y no estoy pensando en Poltergreist, ni siquiera en Gremlins, pero sí da la sensación de que se pretende crear una sensación similar a la presentación en el garaje de E.T. sin conseguirlo ni de lejos) y algo de humor negro. Un poco de gamberrismo, vamos.
Pero no, todo en la película es un despropósito argumental, empezando por una concepción de personajes sin pies ni cabeza. Ni el prota (un llorón insoportable) desprende empatía ni el bichejo (qué horrible diseño) provoca simpatía. Solo la chica logra tener algo de carisma, aunque no se entiende que una chica tan mona vaya de nerd colgada estúpidamente del prota y aceptando sin concesiones todo lo que le ocurre. Y no es que sea culpa de los actores, que hacen lo que pueden con semejante guion. Pero Lucas Till no tiene aún suficiente carisma para mantener la película, mientras que Jane Levy está muy por encima de esta tontería, como demostró en la interesante No respires. Hay por ahí un buen elenco de secundarios que apenas hacen más que aportar su nombre a los créditos, como Rob Lowe, Danny Glover, Barry Pepper, Amy Ryan o Holt McCallany.
Puede que el invento surja como una reinvención de Transformers, amalgamando a estos monstretes con coches, pero ni siquiera la puesta en escena resulta aceptable, pareciendo incomprensible que se hayan gastado ciento cincuenta millones de dólares en esto.
Dicho esto, debo reconocer también que me esperaba un horror tan total, una película tan despreciable y espantosa, que al menos logró resultar distraída y tiene un par de diálogos simpáticos. No es, desde luego, consuelo suficiente, pero es lo único a lo que agarrarse.
Valoración: Cuatro sobre diez. 

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