Después
del glorioso momento que el cine de acción vivió entre finales de los ochenta y
principio de los noventa, los tiempos cambiaron, las películas de machos
indestructibles empezaron a flaquear y los dos reyes indiscutibles del género,
Schwarzenegger y Stallone, empezaron a desaparecer de la gran pantalla (por
diferentes motivos, eso sí), obligando a un relevo generacional que parecía
encabezado por Dwayne Johnson y, sobretodo, Vin Diesel.
El
segundo es un actor muy mediocre pero capaz de compensar esas limitaciones con
un gran carisma, al que solo ha renunciado en momentos muy concretos cuando ha
pretendo hacer cine “serio” como en Declaradme
culpable, de Sidney Lumet. Como sea, su filmografía se nutría hasta ahora
básicamente de dos personajes, el de Riddick y el Toreto de Fast&Furious, a los que ha exprimido
al máximo (y lo seguirá haciendo, está a punto de llegar la octava entrega de
la saga que glorifica el tunning y hay previstas como mínimo dos más), pero
había otro éxito en su carrera que parecía olvidado. Y es que entre
mediocridades como Babylon o El último cazador de brujas se
encontraba aquella película llena de excesos (como no) y frenesí que en el 2002
dirigió Rob Cohen que se llamó, escuetamente, xXx.
El
invento tuvo una secuela, sin Diesel en el ajo, que no interesó prácticamente a
nadie y la supuesta saga quedó en el olvido. Pero como al actor californiano
eso de las sagas le gusta más que a un niño un caramelo (recordemos que es la
voz de Groo en Guardianes de la Galaxia
y se va a atrever a castigarnos con una secuela de su peli de brujas), ha
decidido resucitar al personaje de Xander Cage y, obviando que los años no
pasan en balde, volver a demostrar que es el que más mola haciendo piruetas en
el aire y repartiendo estopa a diestro y siniestro.
Lo
malo es que quitando el mencionado carisma del tipo (y la presencia de chicas
guapas para los que seáis de fácil conformismo), xXx: Reactivado no tiene casi nada más que aportar.
Ya
he comentado alguna vez las virtudes de películas que, al menos, son
completamente sinceras en su planteamiento. Eso podría valer para esta, que ya
en su tráiler anuncian que el asunto va precisamente de eso, de ser el más
molón, repartir leña y estar rodeado de tías buenas, pero es que la manera de
alcanzar estos tres objetivos es tan torpe que no evita caer en el ridículo en
unas cuantas ocasiones y en el aburrimiento más absoluto en otras.
La
trama en sí es un verdadero despropósito, ya que presenta la típica amenaza
global a la que solo él puede hacer frente, con traiciones que se ven de lejos
y alianzas improbables que se ven de más lejos aún contra un villano que en
ningún momento da verdadera sensación de amenaza. Además, todo está ya
demasiado visto, recordando el esquema en exceso a los tics de James Bond pero recurriendo
a la copia burda y descarada en más de una ocasión (me viene a la mente, por
ejemplo, La presentación de personajes
tan parecida a la de Escuadrón Suicida,
el tiroteo “robado” a Mentiras
Arriesgadas, los momentos contrarreloj de Misión Imposible o el sorpresón final (guiño, guiño) calcado de Capitán América: el Soldado de Invierno
incluyendo, para más inri, al mismo actor).
Pero
ni siquiera aceptando todo esto nos vamos a encontrar con un pasatiempo
superficial pero entretenido. Tras una escena a modo prólogo completamente
ridícula (Diesel esquiando por la selva) pero al menos bien filmada, la cosa va
completamente hacia abajo, con secuencias de acción que se les va de las manos
al director D.J.Caruso (aunque viendo su filmografía tampoco debería sorprender
demasiado), con cambios de plano precipitados y confusos y en las que no se
entiende prácticamente nada, diálogos sonrojantes donde solo importa incidir
hasta la saciedad sobre lo legendario que es Cage y un montón de planos de
postureo donde se busca más la molonidad que la efectividad.
Al
final, la película es Diesel y poco más, desaprovechando a dos grandes expertos
en artes marciales como Donnie Yen (mucho más notable en Rogue One) o Tony Jaa, como si temiesen que hicieran sombra al gran
Xander Cage.
Muchos
fuegos artificiales, chicas en biquini, secuencias de videoclip, musculitos,
situaciones imposibles y un clímax bochornoso (no veía un “vuelo” tan mal hecho
desde los tiempos de Superman IV)
para decorar una película tan vacía como aburrida.
Y
es que mucha percusión no es necesariamente sinónimo de rock’n’roll.
Valoración:
tres sobre diez.
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