El
barcelonés Oriol Paulo es un guionista especializado en thrillers de guiones
intrigantes y con giros de guion inesperados, como el caso de Los ojos de Julia o la decepcionante Secuestro, aunque fue con El cuerpo con la que dio en salto a la
dirección en 2012.
Cuatro
años más tarde Paulo repite la experiencia con Contratiempo, donde vuelve a contar con José Coronado pero dejando
el papel de protagonistas a Mario Casas y Bárbara Lennie, ecléctica pareja que
podrían no tener mucho en común (él uno de los actores españoles más mediáticos
y habitual en las carpetas de las adolescentes, ella una de las mejores
actrices del país habitualmente entregada a películas de corte más
independiente y arriesgado), pero esa es una baza que, como bien afirma el
propio director, juega más a favor que en contra, siendo en pantalla una pareja
de amantes sin la química que podrían necesitar de ser una unión de corte más
romántico.
Contratiempo
explica la historia de Adrián Doria, un emprendedor empresario de éxito que es
agredido en una habitación de hotel para descubrir, al recobrar el
conocimiento, que su amante ha sido asesinada y la policía está acechándolo al
otro lado de la puerta. Con el handycap de que la puerta está cerrada por
dentro y no hay ventanas accesibles por las que el asesino pueda haber
escapado, Adrián es el principal sospechoso del crimen, y un exhaustivo repaso
de los hechos (con secretos ocultos de por medio) con una importante
preparadora de testigos puede revelar la verdad.
Contratiempo es un juego, un retorcido puzle en el que todos
mienten y hay que escarbar en la psique de cada personaje para averiguar la
verdad. Y para hacer partícipe al espectador, Paulo va dejando alguna miguita
para que, a diferencia de lo que sucedía en El
Cuerpo, de manera que nosotros mismos podamos jugar a detective y tratar de
dilucidar por dónde van los tiros.
Así,
mientras se está disfrutando de la película, Paulo consigue mantener la intriga
y desconcertar con los múltiples cambios de dirección que va tomando la película
tras cada giro de esquina, rompiendo la continuidad temporal constantemente y
consiguiendo una atmósfera muy americana con ese buen uso de la metrópolis
barcelonesa. Sin embargo, tan loable propósito se trunca con los dos errores
capitales de Paulo en su complicado entramado.
Por
un lado, todo está tan enfocado a sorprender y desorientar que una vez se llega
al desenlace final (o se logra adivinar antes de hora, lo cual tampoco es muy
complicado) la película pierde todo su sentido, de manera que se me antoja muy
difícil un posible segundo visionado.
En
segundo lugar, tampoco conviene reflexionar demasiado la película una vez
finalizada. Y es que tras tantos quiebros y recovecos argumentales el desenlace
final es una completa estupidez, un despropósito totalmente inverosímil y
absurdo que roza el ridículo. Paulo juega al todo vale con tal de engañar, y al
final deja que su ansias por engañar convierta la película en un engaño en sí
misma.
Contratiempo es una película que te atrapa durante su visionado,
te deja desangelado una vez finalizada y puede llegar a indignar pasadas unas
horas. Como sea, accedo a quedarme en un punto intermedio y recordar las
sensaciones en la propia sala de cine que me llevan a aprobarla por los pelos.
Valoración: Cinco sobre diez.
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