viernes, 18 de septiembre de 2020

Reflexiones: YO CONFIESO

Hoy escribo una entrada nueva con el firme propósito de haceros dos confesiones. La primera corresponde a hace ya muchos años, y he tratado de purgar mi culpa desde entonces. Veréis, en una época algo primigenia de Internet, en la edad del emule y el megaupload, yo pirateaba mucho. Y cuando digo mucho me refiero a todo. Viéndolo en perspectiva me doy cuenta de que era más un comportamiento compulsivo que otra cosa, una obsesión por el coleccionismo llevado al extremo. Lo hacía, sin embargo, con la conciencia tranquila, justificándome a mí mismo con la certeza de que en el fondo no estaba perjudicando a nadie. Y así era. Sabía que con mis actos la industria no iba a dejar de ganar ni un céntimo, pues aun descargándome discografías completas de mis grupos preferidos yo continuaba comprando CD's originales, y pese a piratear todos los estrenos de vídeo yo continuaba acudiendo una o dos veces semanales al cine. Incluso me atrevería a afirmar que invertía más dinero en cine y música que la mayoría de mis amigos. Pero ello no es motivo para ocultar la cruda realidad: lo que había estaba mal.

Con el paso del tiempo las cosas cambiaron y un click en mi cabeza me hizo tomar conciencia de ello. La piratería pasó de alegal a ilegal y la excusa de que había cosas imposibles de ver de otra manera (estoy pensando sobre todo en series) están ahora disponibles en diversas plataformas de streaming que posiblemente cuesten menos de lo que yo (y muchos como yo) invertidos en bobinas de CD's Verbatim. Los estuches con cientos de películas que jamás veré (cuando me apetece revisionar algo acabo antes comprobando si está en alguna plataforma) están amontonados en altillos y he llegado incluso a comprar packs de series originales (Lost es un buen ejemplo de ello) que me han apasionado por limpiar mi conciencia de haberlas visto originalmente piratas (en este ejemplo concreto es probable que muera sin haber llegado a desprecintar los DVD's de Perdidos).

Ahora, como digo, he pasado página. La oferta de series y películas es casi infinita y Spotify y Amazon Music da acceso a todas las canciones del mundo. Y yo me he convertido en un firme enemigo de la piratería.

Y hete aquí que el estás viene Disney y, con la excusa de la pandemia, del miedo (infundado) a ir al cine y sobre todo (o eso sospecho yo) la rutina económica que le pregonan sus parques temáticos, ha decidido estrenar su gran apuesta del verano, Mulán, directamente en Disney+.

No es nada descabellado, ni mucho menos inédito. La propia Disney lo hizo ya con Artemis Fowl y Netflix está salvando a muchas películas españolas del ostracismo (casos de Ofrenda a la tormenta u Orígenes secretos, por ejemplo). La gracia del tema está en que hay que pagar un plus por ella. Es decir, uno está suscrito a Disney+ pagando religiosamente la cuota correspondiente (la plataforma con el catálogo más limitado del mercado, por cierto) y cuando aparece algo aparentemente interesante (y digo aparentemente porque ni las críticas ni los visionados corresponden a lo que ellos se esperaban, pero de eso ya hablaré en mi artículo de opinión correspondiente) toca pasar por caja.

Quienes justifican esto aluden al hecho de que tres entradas de cine (caso habitual de un estreno infantil: dos padres y al menos un niño) ya compensan el precio, pero no entienden que no es una simple cuestión económica. No es el caso de mi pataleta, al menos. Sería lo mismo si el precio a pagar fuese de un solo euro. Ya reniego de otras plataformas que lo tienen como práctica habitual, como Filmin, y no pienso ceder a esta especie de chantaje propuesto por la casa del ratón. Bastante triste es renunciar a ver en pantalla grande la película, cuatro su aspecto visual es uno de sus mayores atractivos, cono para encima pagar dos veces por verla. Así que, más allá de que sea merecido o no por sus cualidades artísticas, me alegro de la respuesta del público y del descalabro que el film ha supuesto para la compañía.

Disney ha cambiado las reglas del juego y el público ha respondido dándole la espalda. Y la mejor conclusión de ello ha sido que al menos La Viuda Negra tiene su estreno en cines garantizado. Cuando, ya es otra cosa.

Y así llegamos a mi segura confesión.

Sí, confieso haberme descargado Mulán. Y más por rebeldía que por verdadero interés en ella (al fin y al cabo, en unos meses se verá sin problemas en la plataforma). Y en un par de días, mi reseña...

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