lunes, 3 de febrero de 2014

LA GRAN ESTAFA AMERICANA (6d10)

Hace apenas unos años el director David O. Russell era persona non grata en el mundillo de Hollywood. Acabó a puñetazos con George Clooney en el rodaje de Tres Reyes, fracasó con su película Extrañas coincidencias pese a su interesante reparto y dejó una película inacabada por sus desvaríos con el presupuesto, estando a punto de llevar a la quiebra a una de las productoras que participaban en ella.
Fue entonces cuando su actor fetiche Mark Wahlberg le convenció para hacer The Fighter, una de esas películas que nacen ya con los Oscars como punto de mira. Finalmente Mark se quedó con un palmo de narices, pero los otros dos protagonistas de la historia, Christian Bale y Amy Adams si se llevaron una estatuilla a casa y Russell aprendió el arte de hacer amigos.
Su siguiente película, El lado bueno de las cosas,  era interesante dentro del género de las comedias románticas, pero ninguna obra maestra, pese a lo cual tuvo un montón de nominaciones incluida la que ganó Jennifer Lawrence y algo parecido puede pasarle con el estreno que nos ocupa.
Está claro que en Hollywood es fundamental caer bien. Y por algún extraño motivo las tornas se han girado y ahora David O. Russell cae bien. La gran estafa americana es la máxima favorita para llevarse un montón de premios este año y su reparto está presente en las cuatro categorías interpretativas de los Oscars. ¿Es para tanto la cosa? Desde luego que no.
Partiendo de una temática real (unos estafadores que son obligados por el FBI a colaborar para detener políticos corruptos), podríamos encontrar similitudes en cuanto a los personajes con las recientes El lobo de Wall Street o Sudor y dinero; de nuevo un puñado de personajes actuando de forma bastante absurda, unos perdedores que en pos de la justicia no merecerían dar un palo al agua (vale, los tipos de la peli de Scorsese están forrados, pero quitando a Belfort el resto no deja de ser un grupito de matados a los que la suerte les lleva a ganar una millonada). Otro referente que nos puede venir a la mente son los Ocean’s de Sodelberg, con la que comparte la espectacularidad del casting y la base de ladrones robando a ladrones (o timadores timando a timadores para ser más exactos), pero ni Russell tiene el nivel narrativo como cineasta de sus colegas Bay, Scorsese o Sodelberg ni el guion está a la altura de las circunstancias.
El reparto es interesante, sí, y todos lo hacen muy bien, desde Bradley Cooper tratando de desencasillarse de sus Resacones hasta un irreconocible Christian Bale, barrigudo y medio calvo, pasando por las divas Amy Adams y Jennifer Lawrence y un episódico Jeremy Renner (el único que se ha quedado sin nominación), pero tampoco creo que podamos hablar de interpretaciones antológicas que queden gravadas en nuestras retinas para el resto de nuestras vidas.
Además, 140 minutos para contar esta historia es algo excesiva, llegando a aburrir en muchos momentos (el mismo arranque es tedioso) y resultando más interesante las maquinaciones y traiciones entre ellos que la trama general de la estafa (que sí, es americana, pero no tiene nada de grande), mientras que lo mejor son los puntos más absurdos y surrealistas como la participación de Michael Peña haciéndose pasar por jeque árabe o el cameo de Robert De Niro interpretando, cómo no, a un mafioso.
Al final, da la sensación de que Russell se ha obsesionado queriendo rendir homenaje a la década de los setenta de tal manera que parece más centrado en los adornos que en la historia en sí, cuidando más los detalles de maquillaje y vestuario (los verdaderos protagonistas del film son los peinados de ellos y los escotes infinitos de la Adams) y en la estupenda banda sonora repleta de hits de la época que en hacer creíbles algunas situaciones y diálogos.

En resumidas cuentas, mucho ruido y pocas nueces para una película correctita pero que no va a ser, ni de lejos, de lo más destacado del año. Yo, probablemente, el mes que viene me haya olvidado ya de ella.

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