sábado, 28 de noviembre de 2020

Visto en Netflix: CHRISTMAS WONDERLAND

Estando a un mes escaso de estas extrañas navidades, ya empieza a apetecer ver películas temáticas, por más que el clima no sea precisamente invernal. Y viendo que la situación de los cines no termina de mejorar, entre restricciones, cierres y falta de estrenos potentes, Netflix se ha convertido en abanderado de tal hogareña festividad, siendo la preocupado proveedora de productos edulcorada y repletos de buenas intenciones.

Buceando en el extenso catálogo del género se encuentra Christmas Wonderland, clásico telefilme feel good que une las películas de excesos navideños tan propias de los americanos con la típica historia de la persona que abandona su pueblo (y con ello a sus amigos y amoríos) con el objetivo de triunfar en la gran ciudad para terminar descubriendo que la familia y el hogar (no creo que nadie pueda acusarme de hacer un spoiler por decir esto) son más importantes que el éxito profesional (o eso nos quieren hacer creer).

Dirigida por Sean Olson y sin nadie remarcable en su relato, el film es en realidad una comedia romántica son demasiadas pretensiones, simpática y algo torpe en su moralista final, que no consigue emocionar en ningún momento pero que tampoco resulta demasiado molesta. Una historia de ex, jóvenes y guapos, que se reencuentran casi por obligación para organizar el baile de fin de curso de la escuela local y cuyo desenlace resulta tan obvio como inevitable. Hay de por medio una historia sobre los deseos de la protagonista de ser artista, pero si esperan un mínimo de análisis del mundo de las galerías de arte, ya sea crítico o simplemente descriptivo, mejor que busquen en otra película.

En realidad, la principal pega de Christmas Wonderland es que quiere ser tan dulce y tierna que se olvida de plantear el más mínimo conflicto. No hay nada en su argumento que cree la más mínima tensión, ni el clásico malentendido entre los enamorados, los conflictos de lidiar familia con trabajo… nada. Hasta la familia de la que la protagonista debe hacerse cargo por unos días está conformada por dos niños prácticamente perfectos. Con decirles que el mayor drama en toda la película es que un lavavajillas pierde agua… Eso impide que se alcance una relación emocional con ninguno de los protagonistas, por lo que no queda más que una película comparable a una taza de chocolate templado, fácil de digerir pero sin mucho más aliciente.

 

Valoración: Cinco sobre diez.

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