Debo confesar que me acerqué a esta película sin la más mínima esperanza de
encontrarme con algo más que un nuevo bodrio escatológica con pretensiones de
comedia gamberra sin la más mínima gracia, estirando aún más el chicle
(¿volvemos a hablar de burbujas?) de las comedias relacionada con las bodas y/o
las despedidas de soltero.
Sin embargo, menos gamberra de lo que podría ser, El gurú de las bodas es lo suficientemente entretenida y divertida
como para merecer cuando menos el aprobado, con unos personajes simpáticos (muy
graciosa esa alusión a Los Goonies) y
una pareja protagonista con gran química entre ellos.
Sin necesidad de recurrir a escenas de dudoso gusto (dejemos la historia
del perro como aislada excepción), la historia de un perdedor a punto de
casarse con una mujer muy por encima de sus teorías posibilidades (la Penny de The Big Bang theory) que debe contratar
a una empresa que le consiga falsos amigos funciona francamente bien,
consiguiendo que un tipo tan cutre y desastroso sea fácilmente identificable y
dando una vuelta de tuerca al concepto del patético perdedor al que estamos
acostumbrados (y es que, ¿quién es el auténtico perdedor de la película?).
No es cuestión de volvernos locos y poner las película por las nubes, pero
escenas como la del baile, personajes como la prostituta del este y la
presencia (esto es ya cuestión de alianza personal, lo reconozco) de Jorge García justifican sobradamente su visionado si lo único que pretendemos es pasar un
rato divertido con una comedia bastante blanca y con toque sensiblero en su
tramo final.
Podría haberse sacado más de la historia, desde luego, pero estamos tan
acostumbrados a que nos den mucho menos que este poco sabe a mucho.
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