sábado, 30 de mayo de 2015

CAZA AL ASESINO (5d10)

Pierre Morel es un buen artesano que, bajo el ala protectora de Luc Besson, había dirigido hasta ahora las entretenidas y adrenalíticas  Venganza y Desde París con amor. Ahora, alejado ya del productor y realizador galo, Morel busca su propio camino en Hollywood con esta peripecia de intriga para mayor gracia de un fibrado Sean Penn, también productor del film.
Caza al asesino es una entretenida cinta de acción donde Morel pretende ser un poco menos extremado que en sus anteriores film presentándonos al héroe de la cinta, Terrier (Penn) como un hombre con pies de barro, no ya sólo por su pasado sino por su actual estado de salud.
Líder de un grupo militar en el Congo  con la misión, entre otras, de proteger el hospital en el que trabaja como voluntaria Annie (Jasmine Trinca), la mujer a la que ama, su realidad es bien distinta. Contratados a través de un hombre llamado Felix (Javier Bardén), Terrier debe asesinar a un ministro local por simple interés económico. Tras ello, Terrier abandona el Congo y a la mujer de su vida para comenzar un camino de redención en busca de un perdón que quizá no merezca.
Pero, como suele ser habitual en estos casos, el pasado volverá a perseguirlo años después y Terrier se verá envuelto en el centro de una conspiración que lo llevará a Barcelona donde el triángulo con Félix y Annie será clave para descubrir quién ha puesto precio a su cabeza.
Pese a las interesantes escenas de acción, Caza al asesino es algo menos dinámica que los anteriores títulos de Morel, pretendiendo centrarse más en el dramatismo que rodea al personaje de Penn y añadiendo incluso un toque de concienciación social que termina difuminándose en la mezcla de géneros que resulta el film. Y esto es lo que condena a una película con todos los ingredientes para ser un buen éxito y que naufraga entre aguas turbulentas por culpa de una mala planificación, empezando por un Barden demasiado acostumbrado últimamente a papeles caricaturescos, una Trinca que supone lo peor de la película en cuanto a reparto se refiere y un timón que en ningún momento sabe hacia donde se dirige. Casi se diría que Morel pretende aspirar a demasiado y se queda en las puertas de todo.
Desde un punto de vista patrio, sin embargo, la película ofrece un aliciente especial, ya que las secuencias filmadas en Barcelona hacen lucir a la ciudad condal como si de un personaje más se tratase, resaltando su belleza como pocas veces se ha visto en pantalla grande (toma nota, Woody) y permitiendo a los oriundos de la capital catalana sentirnos cómplices al acompañar a Penn por la Plaza Real, la Rambla Catalunya o la ya clausurada plaza de toros de La Monumental. ¡¡¡Incluso habrá quien podrá reconocer los bosques cercanos a Gavá en lo que se supone es el Congo!!!
Con todo, la película no aburre y se deja ver sin dificultad, lo cual es excusa suficiente para ver a Sean Penn emulando a Lian Neeson y (a la vejez, viruelas) convirtiéndose en un nuevo héroe de acción y disfrutar de la siempre interesante (aunque breve) aparición de Idris Elba, aunque la excusa de las ONG’s en el Congo desaprovechen la ocasión para incidir en el tema social en África.

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