jueves, 14 de mayo de 2015

SUITE FRANCESA (6d10)

Da la sensación que de un tiempo a esta parte ha habido un resurgir de todo lo relacionado con la II Guerra Mundial. Después de que la amenaza islamista fuese el último enemigo oficial de los Estados Unidos Hollywood vuelve a mirar al pasado convirtiendo de nuevo a los nazis (y por extensión los japoneses) en la gran amenaza, tal y como antaño fueses los rusos y los vietnamitas.
Al punto de vista más comercial que nos ofrecieron Angelina Jolie en Invencible a finales de año y David Ayer en Corazones de acero un par de meses después hay que añadir el punto de vista europeo con obras como La conspiración del silencio, que nos explicaba la post guerra desde el punto de vista alemán, La dama de oro que recordaba que años después de la invasión nazi las consecuencias se seguían pagando, y ahora este film francés que ofrece un nuevo e interesante punto de vista al mostrar como vivo y sufrió el pueblo galo la rendición de Pétain frente al ejército de Hitler y la relación entre los habitantes de los pueblos dominados con sus invasores.
Es este documento histórico lo más interesante de un film que se centra demasiado en una trama romántica (la clásica historia de que incluso en el infierno puede encontrarse a alguien bueno) que desdice un poco el paisaje global y convierte el film en una historia plana y demasiado previsible.
Algo que no colabora demasiado en la identificación del espectador es el detalle que pese toda la trama gira en torno a la relación entre franceses y alemanes los protagonistas están interpretados por actores foráneos, lo cual no deja de desconcertar. Y no es que lo hagan mal, ojo, que el reparto es soberbio y Michelle Williams y Kristin Scott Thomas están brillantes en su interpretación de una suegra y una nuera no demasiado bien avenidas pero condenadas a entenderse tras la invasión y en espera a que el cabeza de familia regrese del frente. Algo parecido sucede con Margot Robbie, que por mucho que le escondan su rubio habitual no da el pego. Tomen nota: una americana, una británica y una australiana interpretando a aldeanas francesas. Sin palabras…
Suite francesa parte de una curiosa historia que bien podría por si sola dar para un guion de cine: se trata de una novela inacabada de Irène Némirovsky sobre la Francia ocupada escrita en la misma época que relata y que la autora no pudo concluir al ser detenida por su origen judío y llevada a un campo de concentración.
Lo más interesante de las película es la posibilidad de conocer la ocupación de Francia bajo una mirada poco común, habituados como estamos a que sean los americanos o los británicos quienes nos den su punto de vista. Lástima que el director, Saul Dibb, lo haga de manera tan anodina, careciendo de la pasión y fuerza necesaria para dotar de alma a una historia que no termina nunca de arrancar, ni en su faceta dramática ni en su vertiente romántica, una vertiente, por cierto, ajena a la novela original.

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