No está nada mal el debut tras las cámaras de Daniel Guzmán, un joven al
que muchos identificarán sólo por haber sido el novio de la pija en Aquí no hay quien viva pero que tras su
cara de buen chico esconde además de a un estupendo actor a un hábil boxeador,
motorista profesional y, tal y como descubrimos ahora, un buen guionista y
director.
A cambio de nada narra los problemas de un
adolescente atrapado por las secuelas del matrimonio roto de sus padres que se
ve abocado a una rutina definida por la delincuencia y la soledad. Con confesos
rasgos autobiográficos, la película pretende ser, ante todo, un alegato a la
amistad, representada de manera intergeneracional por el amigo de toda la vida
del protagonista, un veterano mecánico "de la vieja escuela" tan leal
como ilegal, que aporta algo parecido a la figura paterna que el chico
necesita, y una anciana tan necesitada de compañía como el propio protagonista.
Con estos datos la película puede recordar levemente a Barrio, de Fernando
León de Aranoa, aunque esa fotografía tan poco elegante en busca de un híper
realismo así como la autenticidad de sus desconocidos intérpretes (me refiero a
los protagonistas, que en el reparto hay grandes nombres como LuisTosar o Miguel
Rellán), me remiten personalmente a las Carminas
de Paco León, aunque sin llegar a aportar por ese humor tan castizo y
descarado.
No estamos ante una película redonda, que carece en su arranque de una
correcta empatía con el protagonista, al que el deterioro de la estructura
familiar no parece justificación suficiente para su comportamiento, desconcertando
por momentos la intemporalidad de la historia, que parece reflejar una fría
década de los ochenta pese a poderse ver matrículas actuales y hablar de euros,
pero con todo resulta cuanto menos interesante y un prometedor debut para
Guzmán que tiene en su acierto para el casting su mejor baza y al que habrá que
estar atentos a su futuro más inmediato.
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