La
nueva película de Antoine Fuqua es un nuevo remake del clásico de Akira
Kurosawa Los Siete Samurais, de 1954,
pero por razones obvias la fuente de inspiración más directa es Los Siete Magníficos de John Sturges, de
1960. Fue el western protagonizado por Yul brinner, Steve McQueen y compañía
tan mítico que ha quedado por siempre grabado en nuestras memorias, por más que
su popularidad se deba probablemente más al inmortal tema musical de Elmer
Bernstein que a la propia calidad de la película.
Lo
cierto es que realizar un remake de esta historia es terriblemente sencillo, ya
que se pueden contar por cientos las películas derivadas de esta trama: un
pueblo se ve amenazado por un especulador y recurren a la contratación de unos
desconocidos bienintencionados para que les protejan. Las misma serie del
Equipo A se nutría de esta base.
Así
pues, lo único que ha necesitado Fuqua es modernizar la película, adaptarla a
los tiempos actuales y darle un poco más de empaque. Fuqua ha demostrado
sobradamente lo bien que se mueve en el terreno de la acción, bastando con
recordar sus dos últimas películas: The Equalizer y Objetivo: La Casa Blanca
y ha sabido, además, rodearse de un puñado de actores de primer nivel no solo
por su calidad interpretativa sino también por poseer la misma carisma, o más,
que los presentes en el film de 1954. Aquí es donde un remake de un clásico se
diferencia de otro como, por ejemplo, Ben Hur, la cual con otro director y otros actores le habría ido mucho mejor.
Con
Denzel Washington a la cabeza bien escudado por Chris Pratt y Ethan Hawke, el elenco de secundarios lidiados
por un irreconocible Vicent D’Onofrio está a la altura, consiguiendo unificar
un equipo compacto y bien definido en una película que, aun siendo un western
puro y duro, tiene algo del estilo de cine de superhéroes actual, con sus chascarrillos
y bromas internas. Los Siete Magníficos
no son más que, en el fondo, la versión de Los
Vengadores en el far west, aunque en este sentido Faqua falla ligeramente
en el tramo final, reduciendo al mínimo las características vitales de cada uno
de los protagonistas y simplificándolo todo en un tiroteo bastante insulso.
Aquí es donde queda definitivamente claro que esta no es, ni mucho menos, una
película de personajes, sino un mero divertimento, un film para disfrutar y
olvidar sin preocuparse demasiado por la carga emocional que soporten los
protagonistas (que apenas la hay, excepto por parte del personaje de Washington),
lo que por otro lado permite sobresalir ligeramente la presencia de Haley
Bennett como la viuda que se encarga de contratar a los mercenarios, una joven
actriz que al menos sí tiene la oportunidad de mostrar varios registros y con
unos ojos cargados de odio y dolor que permiten avanzar a la película.
Faqua
no es todavía uno de los grandes del cine, pero sí un estupendo artesano que
consigue aquí dos horas de entretenimiento y diversión donde lo que vemos
importa más que lo que cuenta (al fin y al cabo ya nos conocemos de sobra la
historia), con un villano que sin ser memorable funciona bastante bien, una
buena banda sonora (la última filmada por James Horner antes de su prematura
muerte) y el inevitable detalle de recurrir a las notas de Bernstein en los
créditos finales.
Quizá
el desenlace del film sea lo peor de todo, pero no alcanza para enturbiar el
buen rato ofrecido por Faqua y sus siete vaqueros.
Valoración:
siete sobre diez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario